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martes, 18 de abril de 2017

Los travestis que 'salen del clóset' por unas horas en Bogotá


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
 Fotos: Ana González Combariza / EL TIEMPO

Hombres que disfrutan lucir como mujeres encuentran en TranxTienda un espacio de liberación.


Publicado en El Tiempo 


El bullicio de la carrera 10.ª, en pleno centro de Bogotá, poco a poco desaparece a medida que se escalan las rampas del Centro Comercial Galaxentro, ubicado en la carrera 10.ª con 19. En el cuarto piso se oyen voces y el sonido de un televisor dentro del único local abierto en la zona. Allí, orgullosa del trabajo que desempeña todos los días, está Derly, dueña de TranxTienda y encargada de darle vida a esa feminidad escondida tras cada hombre que visita su boutique.

 Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
   Derly asumió su feminidad por completo tras una extorsión, razón por la cual debió contarle a su familia para detener el crimen. Su hija, desde que se enteró de la realidad de su padre, le dice Mapi, “por ser mamá y papá al tiempo”. Luego conoció a Zahyra, su actual esposa, y con ella tiene un hijo de 3 años. Ambas atienden, maquillan y están al frente de la tienda.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Sus facciones no son impedimento para que en este lugar, donde pueden dejar de lado los señalamientos y los prejuicios, les permitan verse como les gusta y como quieren: arreglar su cabello, pintar sus labios y lucir ciertos accesorios que, en su cotidianidad, no pueden exhibir.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Una vez al mes, Felicia, de 30 años, llega a TranxTienda para transformar por completo su vestuario, maquillarse y sentirse como toda una mujer. Su esposa, que es heterosexual, sabe dónde está y acepta que un día cada 30 vaya y disfrute con más personas que comparten sus mismos gustos. La familia de 'Felicia', sin embargo, no sabe que ella es en realidad ‘él’, razón por la que decide no mostrar su rostro. “Cuando uso falda me siento completa porque es la expresión máxima de feminidad. Además, me ha ayudado a entender lo que le pasa a mi esposa y a las demás mujeres a diario en la calle o en el transporte público”, dice.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Los pantalones, las camisas y los zapatos dan paso a las faldas, las pelucas, las uñas postizas, al labial y a los accesorios. El mundo de los hombres al que se ciñen a diario hace una tregua y ellas salen a flote. Para algunas es la oportunidad de, por fin, hacerlo con total comodidad.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Algunas clientas dan pequeños paseos en el centro de Bogotá o almuerzan en un restaurante cercano vestidas tal y como salen de la tienda. No obstante, hoy las chicas van a ir a un lugar en Chapinero que frecuentan travestis. Por eso, la pinta debe ser pensada especialmente.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Algunas de las prendas que ellas usan deben ser confeccionadas especialmente. Derly explica que los zapatos, las faldas y las blusas tienen que acondicionarse para ajustarse a los rasgos físicos masculinos. “Las tallas de zapatos son más grandes, la espalda más ancha y las caderas menos pronunciadas, así que es necesario que todo sea armonioso para que no se vean como si estuvieran disfrazados”, dice.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Las visitantes de TranxTienda se consideran ‘cross-dressed’, una categoría en la cual el único interés es el uso de prendas femeninas y no un gusto sexual o sentimental hacia los hombres. Muchas clientas tienen esposas e hijos y no consideran que su gusto interfiera con su día a día.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
A ‘Andrea’ no le gusta revelar su edad, ni mostrar sus manos ni su rostro por sus facciones rudas y para evitar que terceros la reconozcan. Sin embargo, su transformación es tal que bien podría ser la mamá, tía o esposa de cualquiera. Siendo ‘Andrea’ no habría por qué dudar de que es una mujer.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Estas mujeres tienen las habilidades de la vanidad femenina a flor de piel. Si bien no lo hacen a diario, manejan el maquillaje con bastante destreza, también se pegan y pintan las uñas como si fuera parte de su rutina.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
‘Valeria’, a diferencia de las chicas que estaban en la tienda, es bisexual y asume su rol femenino cada fin de semana. Los otros días trabaja entre cemento y ladrillos en una construcción. Reconoce que en ese mundo “lo primordial es la seguridad”.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Salir al convulsionado centro de Bogotá con tacones, falda y maquillaje requiere valentía y seguridad. Dejar salir del clóset al travesti que se viste de traje, overol y 'jeans' es, según Katherine “un momento de completa plenitud”.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
La TranxTienda no es una casa de belleza donde suelen prepararse las transformistas para eventos y reinados, aquí, los travestis encuentran un lugar para 'salir del clóset': pueden probarse ropa, comprar en la boutique, mandar a confeccionar sus modelos y guardar todas sus pertenencias de mujer, que usualmente no pueden tener en casa. Hay casilleros que se arriendan mes a mes.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Ese es el trabajo de Zahyra (izq.) y Derly (der.): ayudar a ‘las chicas’ para que al verse al espejo no tengan duda de su feminidad. ‘Felicia’, ‘Katherine’, ‘Andrea’, Valeria’ y muchas otras trans pasan por las manos de Derly para quedar perfectas. Como amigas se aconsejan sobre vestidos y accesorios que podrían lucir.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Las chicas’ como 'Katherine' (foto) están listas para ir, algunas por primera vez, al mundo nocturno de Chapinero. Cuando regresan a TranxTienda, la ropa de mujer se queda en el casillero y el maquillaje, envuelto en una toallita húmeda, a la espera de una próxima transformación.


















lunes, 10 de octubre de 2016

Mi hijo se pone vestidos y a mí me parece bien


ASHER DRESS


Escritor, actor, padre

Publicado: Actualizado:   

 
Cada mañana, mi hija de cuatro años, Sydney, coge una silla para subirse al armario y coger un vestido de la percha. Yo intento que pruebe otras opciones: "¿Por qué no te pones hoy unos pantalones cortos?" Pero Sydney es muy cabezona. Además, creo que se merece libertad para elegir lo que quiere ponerse. 

Mi hijo Asher tiene dos años. Para vestirle, cojo unos pantalones cortos y una camiseta del cajón, porque a él todavía le cuesta ponerse la ropa. En cambio, sí que sabe desvestirse, y lo que suele hacer es arrancarse la ropa y gritar la palabra "vestido" una y otra vez. Escala a la silla del armario y alcanza uno de los vestidos de Sydney: "Este", dice. 

Así que, la mayoría de los días, mi hijo va vestido como una princesita Disney. Dejando a un lado todas las costumbres sociales, no le quedan nada mal los vestidos. Y puede que en un día de verano en Los Ángeles, a casi 30ºC, sea la opción más práctica. 


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Antes me daba un poco de vergüenza que el niño llevara vestidos en público. Y no porque me preocupara de que la gente le mirara raro, sino porque no quería que pensaran que era yo quien había decidido ponerle un vestido. Como si entre mis planes estuviera el hecho de utilizar a mi hijo para romper las normas sociales, o, como me preguntó una amiga de mi madre: "¿Es que querías otra hija?"

Esto ocurrió en la fiesta de cumpleaños de la hija de una amiga. Antes de salir de casa, intenté convencer a Asher para que se cambiase de ropa. Sabía que si se presentaba con un vestido, se sucederían un montón de preguntas y opiniones y, la verdad, no me apetecía tener que responder. 

Pero Asher se puso más pesado que nunca. Le entró un berrinche enorme cuando yo me decidía a meterle las piernas en unos pantalones. Las lágrimas le caían por la boca y, de repente, me di cuenta de que estaba luchando por algo en lo que ni siquiera creía. Estaba haciendo que mi hijo se sintiera mal por algo por lo que no debía avergonzarse. Así que paré. Le di un abrazo y me disculpé. Entonces, le volví a poner el vestidito lila de princesa con los zapatos brillantes de su hermana. 


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Fuimos a la fiesta y, como me imaginaba, algunas personas se rieron e hicieron comentarios. Alguien me dijo: "¿Te parece divertido? Hay niños aquí. ¿Quieres que lo vean?" Otro preguntó: "¿Es que quieres que sea gay?"

Yo mantuve la calma. Les expliqué lo mejor que pude que no había correlación entre la forma de vestir y el hecho de ser gay. Y si resulta que es gay, no será por nada yo haya hecho, sino porque es gay y punto. Quizás es una etapa. O quizás no lo es. Pero, sea lo que sea, no quiero que se sienta incapaz de expresarse por falta de apoyo de sus padres. Algunos lo entendieron. Otros, atrapados por la religión o por la ignorancia, nos pusieron mala cara. 

Hay mucha gente comprensiva. Ven a mis hijos, a Sydney, con su pelo rubio largo y sucio, y a Asher, con su pelo corto castaño oscuro, y dicen: "Me encanta el corte pixie de tu hija". Cuando respondo que es mi hijo, sonríen y dicen: "Ah, pues me encanta". También se disculpan, pero yo les tranquilizo: "No pasa nada. Lleva un vestido morado con zapatos brillantes. Es fácil confundirse". Sé que hay padres que se molestan si confundes el sexo de sus hijos, pero yo no soy uno de ellos. 


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Un amigo gay me vio con los niños un viernes por la noche en un concierto de jazz en el museo y, sin venir a cuento, dijo: "Bueno, yo no me ponía vestidos cuando era pequeño", que es como decir: "No te preocupes. Tu hijo no es gay como yo". Este hombre gay y casado intentaba tranquilizarme por un problema que ni siquiera existía. Si mi hijo es gay, pues vale. Quizás es. O quizá no. Quizá va a ser travesti. O quizá no. Pero yo no tengo control sobre ello. Lo único que puedo hacer es apoyarlo. 

Lo más triste de este encuentro fue descubrir cómo entendía mi amigo lo de ser gay. Como si fuera una maldición. ¡Con lo bien que están las fiestas de tíos guapos! Pero claro, él está casado. Probablemente se haya olvidado. 

Normalmente llego a casa antes que mi mujer, así que cogí a los niños para sacar a pasear al perro. Estaban jugando con la ropa: mi hija hacía que Asher era su muñeca, y le probaba vestidos, zapatos y diademas. Luego Sydney me dijo que quería que yo también me pusiera un vestido: "¡Ay, va a ser muy divertido!".

Yo le dije que no. Pero ella siguió insistiendo. Yo le dije: "La gente se va a reír de mí". Y ella replicó: "Si lo hacen, les mandaré a paseo". No pude discutir contra eso, y me metí como pude en uno de los vestidos más elásticos de Carrie. Paseamos al perro por nuestro bloque, y el placer que le entró a mis hijos al ver a su padre salir de su zona de confort acabó con la humillación que yo sentía. 

Carrie ya estaba llegando a casa, y le vi la mandíbula desencajada desde el final de la calle. Se estaba riendo. Hasta nos hizo una foto. Y me dijo que tuviera cuidado con no romperle el vestido. Luego nos fuimos todos a comer pizza.


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Traducción de Marina Velasco Serrano