Nuestra segunda categoría es quizás la más “popular” de las categorías dentro de lo “transgénero”. sin embargo, uno de los grandes obstáculos que generalmente conducen a una frustración en la búsqueda de nuestra identidad personal, es la gran confusión que genera dicho término al ser usado en varios idiomas, pues responde, paradójicamente, al hecho cierto de que una gran mayoría de varones lo practican en una escala interplanetaria y mundial, y lo ha venido haciendo desde tiempos lejanos y desde muy lejos en la historia de la especie humana.
Así que si tú sospechas ser “travesti”, lo primero que debes saber es que para nada debes pensar que eres la “única” persona que lo hace. Lo hacen miles y miles de varones en el mundo. Lo que a mi me sorprende, más bien, es que una gran mayoría de varones lo hagan y sin embargo, siga siendo un tema tabú, que siga tan oculto y tan estigmatizado públicamente.
Pero vayamos a esa confusión de partida. El termino “travesti” es una derivación popular de las palabras “travestismo” y “trasvestistas” que, a su vez, son una castellanización de las palabras francesas “travestisme” y “travestie”, que significan, simplemente, una persona (hombre o mujer) que utilizan prendas socialmente aceptadas como de un genero opuesto al suyo. Igualmente, esas palabras francesas fueron traducidas al inglés con las palabras “transvestism” y “transvestite”, pero como poco a poco estas palabras cayeron en desgracia debido a la estigmatización social y psiquiátrica que llegaron a comunicar, fueron reemplazadas poco a poco por las palabras “crossdressing” y “crossdresser” respectivamente.
Debido a que en varios países latinoamericanos de habla hispana, la prensa comenzó a llamar “travestis” a aquellas personas que ejercen la prostitución callejera y que además las identificaba como “homosexuales”, las personas “trasvestistas” han preferido denominarse a sí mismas como “travestis heterosexuales” como en el caso de México, o han asumido las palabras en inglés “crossdressing” y “crossdresser”, como en el caso de Argentina.
El termino “travesti” y el de “crossdresser”, originalmente debieran ser asumidas como correspondientes a la palabra “travestiste”, y no hace referencia a ninguna identificación de genero, ni tampoco a ninguna opción o preferencia sexual. Por tanto, no refiere, necesariamente a una persona con “identidad transpuesta”, ni tampoco refiere a personas que de alguna manera, han modificado su físico de acuerdo a su identidad genérica, ni muchos menos refiere, necesariamente, a la personas que modificando su físico y vistiendo ropas femeninas, ejercen la prostitución en la calle. En realidad, estas últimas personas son personas “transgenero” (una categoría “específica” dentro del concepto “general” de “trangenero”)
Aquí encontraremos personas cuyo “travestismo” puede variar desde el parcial que utiliza sólo algunas prendas, hasta el completo, que comprende un atuendo femenino integro. La frecuencia en el uso de la “vestimenta cruzada” va desde la ocasional a la frecuente sin que llegue a ser de tiempo completo. El grado en que una imagen pasable del género traspuesto es conseguida varía desde, lo que convencionalmente podemos considerar absurdo hasta lo convencionalmente convincente y atractivo. En algunos casos la práctica del travestismo conlleva la obtención de placer sexual, sin que esta sea una condición generalizable. Independientemente del logro obtenido en la obtención de una imagen convencional aceptable.
El varón “travesti” nunca pierde de vista que es un hombre. Su presentación femenina puede ser entendida en términos de expresión de una “parte femenina” que requiere manifestarse ocasionalmente, y a la cual, por lo general, le dan un nombre femenino, tendiendo a identificarla en “tercera persona”, como cuando dicen: “Maria es muy sensual” o “cuando Maria aparece me siento bien”, pero sin olvidar que la mayor parte de si, en términos de su propia identidad, es masculina, por lo que se sienten a gusto con su cuerpo masculino al que muy rara vez buscaría modificar en una dirección femenina. Puede llegar a fantasear con ello, pero definitivamente, no dará un paso que tenga un carácter más o menos permanente o irreversible. Pues la mayor parte del tiempo se siente a gusto con ser varón y requiere de la expresión de un rol y una imagen convencionalmente masculinos.
La observación de campo parece confirmar el hecho de que en este grupo encontramos una mayor preferencia heterosexual (ginefílica), una menor preferencia bisexual (ambifílica) y una muy reducida preferencia homosexual (androfílica). Aquí es importante aclarar uno de los grandes mitos en torno al travestismo. Se piensa que todos los varones homosexuales o “gay”, son “travestis” y que todos los hombres “travestis” son homosexuales o “gay”. La realidad es otra. La gran mayoría de los varones homosexuales o “gay”, no gustan, ni practican el travestismo y la mayoría de ellos mantienen una imagen que en términos convencionales puede describirse como masculina. Por el contrario, la gran mayoría de varones “travestistas” tienen una preferencia sexual heterosexual.
Un hecho que las observaciones parecen confirmar, es que entre más “completo” sea el “travestismo” y mayor la frecuencia y el tiempo que se pasa con una “vestimenta cruzada”, mayor será la proporción de identidad femenina que podamos encontrar, pero en este caso, ésta proporción de “identidad femenina” siempre es menor proporcionalmente a la identidad “masculina”, en el total de la personalidad de la persona en cuestión.
El “travestismo” visto de esta manera podría definirse como una condición humana en la cual una persona utiliza indicadores genéricos de género traspuesto, principalmente ropa, con la intensión de sentirse bien o estimularse sexualmente. Se considera que la utilización de tales indicadores genéricos se convierten en una necesidad inherente a la persona y no meramente en un acto voluntario opcional.
Así que si tú sospechas ser “travesti”, lo primero que debes saber es que para nada debes pensar que eres la “única” persona que lo hace. Lo hacen miles y miles de varones en el mundo. Lo que a mi me sorprende, más bien, es que una gran mayoría de varones lo hagan y sin embargo, siga siendo un tema tabú, que siga tan oculto y tan estigmatizado públicamente.
Pero vayamos a esa confusión de partida. El termino “travesti” es una derivación popular de las palabras “travestismo” y “trasvestistas” que, a su vez, son una castellanización de las palabras francesas “travestisme” y “travestie”, que significan, simplemente, una persona (hombre o mujer) que utilizan prendas socialmente aceptadas como de un genero opuesto al suyo. Igualmente, esas palabras francesas fueron traducidas al inglés con las palabras “transvestism” y “transvestite”, pero como poco a poco estas palabras cayeron en desgracia debido a la estigmatización social y psiquiátrica que llegaron a comunicar, fueron reemplazadas poco a poco por las palabras “crossdressing” y “crossdresser” respectivamente.
Debido a que en varios países latinoamericanos de habla hispana, la prensa comenzó a llamar “travestis” a aquellas personas que ejercen la prostitución callejera y que además las identificaba como “homosexuales”, las personas “trasvestistas” han preferido denominarse a sí mismas como “travestis heterosexuales” como en el caso de México, o han asumido las palabras en inglés “crossdressing” y “crossdresser”, como en el caso de Argentina.
El termino “travesti” y el de “crossdresser”, originalmente debieran ser asumidas como correspondientes a la palabra “travestiste”, y no hace referencia a ninguna identificación de genero, ni tampoco a ninguna opción o preferencia sexual. Por tanto, no refiere, necesariamente a una persona con “identidad transpuesta”, ni tampoco refiere a personas que de alguna manera, han modificado su físico de acuerdo a su identidad genérica, ni muchos menos refiere, necesariamente, a la personas que modificando su físico y vistiendo ropas femeninas, ejercen la prostitución en la calle. En realidad, estas últimas personas son personas “transgenero” (una categoría “específica” dentro del concepto “general” de “trangenero”)
Aquí encontraremos personas cuyo “travestismo” puede variar desde el parcial que utiliza sólo algunas prendas, hasta el completo, que comprende un atuendo femenino integro. La frecuencia en el uso de la “vestimenta cruzada” va desde la ocasional a la frecuente sin que llegue a ser de tiempo completo. El grado en que una imagen pasable del género traspuesto es conseguida varía desde, lo que convencionalmente podemos considerar absurdo hasta lo convencionalmente convincente y atractivo. En algunos casos la práctica del travestismo conlleva la obtención de placer sexual, sin que esta sea una condición generalizable. Independientemente del logro obtenido en la obtención de una imagen convencional aceptable.
El varón “travesti” nunca pierde de vista que es un hombre. Su presentación femenina puede ser entendida en términos de expresión de una “parte femenina” que requiere manifestarse ocasionalmente, y a la cual, por lo general, le dan un nombre femenino, tendiendo a identificarla en “tercera persona”, como cuando dicen: “Maria es muy sensual” o “cuando Maria aparece me siento bien”, pero sin olvidar que la mayor parte de si, en términos de su propia identidad, es masculina, por lo que se sienten a gusto con su cuerpo masculino al que muy rara vez buscaría modificar en una dirección femenina. Puede llegar a fantasear con ello, pero definitivamente, no dará un paso que tenga un carácter más o menos permanente o irreversible. Pues la mayor parte del tiempo se siente a gusto con ser varón y requiere de la expresión de un rol y una imagen convencionalmente masculinos.
La observación de campo parece confirmar el hecho de que en este grupo encontramos una mayor preferencia heterosexual (ginefílica), una menor preferencia bisexual (ambifílica) y una muy reducida preferencia homosexual (androfílica). Aquí es importante aclarar uno de los grandes mitos en torno al travestismo. Se piensa que todos los varones homosexuales o “gay”, son “travestis” y que todos los hombres “travestis” son homosexuales o “gay”. La realidad es otra. La gran mayoría de los varones homosexuales o “gay”, no gustan, ni practican el travestismo y la mayoría de ellos mantienen una imagen que en términos convencionales puede describirse como masculina. Por el contrario, la gran mayoría de varones “travestistas” tienen una preferencia sexual heterosexual.
Un hecho que las observaciones parecen confirmar, es que entre más “completo” sea el “travestismo” y mayor la frecuencia y el tiempo que se pasa con una “vestimenta cruzada”, mayor será la proporción de identidad femenina que podamos encontrar, pero en este caso, ésta proporción de “identidad femenina” siempre es menor proporcionalmente a la identidad “masculina”, en el total de la personalidad de la persona en cuestión.
El “travestismo” visto de esta manera podría definirse como una condición humana en la cual una persona utiliza indicadores genéricos de género traspuesto, principalmente ropa, con la intensión de sentirse bien o estimularse sexualmente. Se considera que la utilización de tales indicadores genéricos se convierten en una necesidad inherente a la persona y no meramente en un acto voluntario opcional.
En resumen, el varón “travestísta” o “crossdresser”, nunca pierde de vista que es un hombre. Su "travestismo" o "crossdressing", le produce una fuerte excitación emocional, no necesariamente de tipo sexual. En algunos casos la práctica del "travestismo" conlleva la obtención de placer sexual, sin que esta sea una condición generalizable. Su presentación femenina puede ser entendida en términos de expresión de una “parte femenina” que requiere manifestarse ocasionalmente, pero sin olvidar que la mayor parte de sí, en términos de identidad, es masculina. Se siente a gusto con su cuerpo masculino el que muy rara vez buscaría modificar en una dirección femenina, puede llegar a fantasear en ello, pero definitivamente no dará un paso que tenga carácter más o menos permanente o irreversible, pues la mayor parte del tiempo se siente a gusto y requiere de la expresión de un rol y una imagen convencionalmente masculinos.
Estos serian los elementos definitorios clave de este grupo o categoría independientemente de la orientación sexual, ya que podemos encontrar cualquiera tipo de preferencia sexual, siendo la mayoría la heterosexual.
Finalizo con la idea de que de acuerdo con algunas investigaciones, se ha observado que algunos varones travestis que al paso de los años de una práctica continua y recurrente de su “travestismo”, su sentido de “identidad genérica”, puede cambiar y derivar en una “identidad de genero femenino”, implicando su firme deseo de modificar su físico (“feminizarlo”) para adecuarlo a esa “identidad de genero opuesto”, lo que lo haría ser una persona “transgénero” (en el sentido específico) o quizás, una persona “transexual” secundaria.
Encontré muy interesante el artículo. No conocía este blog, entraré más seguido.
ResponderEliminarescribanme a elgranchongo@yahoo.es, soy muy activo
ResponderEliminarPor favor visiten mi comic
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Somos el nuevo genero, incorporando lo mejor de nuestras características masculinas y femeninas para hacer de la vida una super experiencia!
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