viernes, 14 de octubre de 2011

La historia del travestismo


La palabra Travestismo nace en 1910 de manos del investigador Magnus Hirschfeld en su obra “Conductas sexuales humanas”. Claro que este médico alemán entendió el acto de vestirse con ropas del sexo contrario como una perversión clínica.
Pero no hubo que esperar hasta 1910 para hablar de travestismo, anteriormente se usaba el término eonismo. Con esta expresión se definía aquella persona que adoptaba los roles del sexo opuesto, aunque se le daban matices sexuales. La palabra en cuestión proviene de D’Eon de Beaumont, al que más adelante le dedicaremos unas frases. A lo largo de la Historia el travestismo ha sido una práctica repetida constantemente en todos los ámbitos. Tanto por hombres, como por mujeres, siendo más famosos los casos de hombres que visten de mujer que al revés. Célebres nombres de personajes históricos y hazañas quedarían incompletos sino hablamos del fuerte componente travesti, valga para ello el caso de Juana de Arco. Las primeras noticias sobre travestís nos llegan desde la Antigüedad. Se conservan muchísimos vasos cerámicos decorados con figuras y escenas que narran este tipo de prácticas. Una de las primeras historias conocidas nos la cuenta Hesiodo en su obra “Los trabajos y los días”, donde narra una de las versiones de la vida de Tiresia. Un día estando en el bosque el muchacho observa dos serpientes copulando y decide matar a la hembra. Como castigo divino, quedó convertido en mujer repentinamente. Tiresia comenzó entonces a vivir y ejercer como mujer, sexo incluido, hasta que una tarde observa de nuevo a dos reptiles copulando. Tiresia opta ahora por matar al macho y recuperó su género primigenio. Zeus que discutía con Hera sobre si el hombre disfrutaba más del sexo que las mujeres, mandó llamar a Tiresia para que resolviese el debate. La respuesta fue muy clara: la mujer es la que más disfruta. Estas palabras causaron tal malestar en Hera, que montó en cólera y le arrancó los ojos. Finalmente Zeus arrepentido le concedió el don de la clarividencia. Quizás en este caso estemos hablando más de Transexualidad que de Travestismo. Pero no sólo era éste el único episodio de travestismo en la mitología clásica. El héroe Hércules, considerado el ideal masculino, también tiene un momento travesti. Cuando Hércules es vendido como esclavo a la Reina Onfalia surge una historia de amor entre ellos que sería conocida porque ambos invierten sus roles. La reina se viste con la piel del león de Nemea, mientras Hércules vestido de mujer, trenzas incluidas, se pasaba los días hilando con una rueca. Otro héroe, Aquiles, también tuvo su pequeño momento travestido. Alertada por el Oráculo de Delfos de que su hijo moriría en Troya, Tetis decide disfrazarlo de doncella y esconderlo en la corte del Rey Licomedes en Esciros. Su nombre ficticio fue Pirra (“pelirroja”). Allí fue descubierto cuando ante el ofrecimiento de joyas y armas por parte de Ulises, disfrazado de mercader, éste opta por lo segundo. Ovidio en sus “Metamorfosis” cuenta el mito de Ifis. La extrema pobreza en la que vivían sus progenitores obligó a su padre Ligdo a tomar una drástica decisión: no podrían mantener a una hija, si no nacía varón tendría que matarlo. Teteusa, su desesperada madre, pide la intercesión de Isis, quien se aparece como matrona y le ordena que cuidase a su futuro hijo, con absoluta independencia del sexo al que pertenezca. Finalmente nace una niña, pero su madre la hace pasar como hombre a lo largo de toda su vida. Su padre Ligdo jamás dudó el sexo de su hijo, a quien le impuso el nombre de Ifis en honor a su abuelo. Con los años, Ifis comenzó una relación con la joven Yanta, a la que abandona porque era consciente de que aquella relación era imposible, puesto que era mujer. Madre e hija acuden al templo de Isis a implorar clemencia. Se aparece de nuevo la diosa Isis y finalmente Ifis sale del templo convertido en varón. Como toda costumbre griega fue continuada en Roma, pero de una forma más intimista. De todas formas el travestismo fue algo muy común y frecuente en el mundo del teatro. Con la llegada de la religión católica se supone que llega el final de todo esto, pero no. La religión que hoy señala con el dedo y acusa a todo aquel que se traviste, cuenta en su lista hagiográfica con varias travestís. Desde los primeros tiempos, desde sus inicios muchos Santos se encargaron de hablar sobre travestismo y acusar, aunque aquí no se hacen distinciones entre travestismo y transexualidad. Esto podemos verlo claramente en el Evangelio de San Mateo, donde se escribe “Eunucos que se hicieron tales a sí mismo por el Reino de los Cielos”. Entendemos por Eunuco un hombre castrado, que al sufrir la pérdida de sus genitales se iniciaba en él un proceso de feminización, era una consecuencia hormonal. Más tarde Freud hablaría de esto cuando teoriza sobre lo que denominó “Complejo de Castración”. San Jerónimo insistiría en la misma idea. De sus Cartas podemos extraer citas tan claras como: “Otras se visten de hombres, cambian la indumentaria, se avergüenzan de ser de lo que nacieron, se cortan los cabellos y alzan, con impudor, la apariencia de un hombre”. También San Ambrosio sentenciaba en otra de sus Cartas: “Lo que la propia naturaleza aborrece tiene que ser inapropiado. La naturaleza viste a cada sexo con la indumentaria adecuada”.
Pero una cosa fue la teoría y otra la práctica. La tradición de santas travestís se ha venido repitiendo a lo largo de los siglos. Santiago de la Vorágine en su “Leyenda Dorada” relata alguna de sus vidas. Normalmente estas biografías están señaladas por una línea común. Se trata de mujeres que deben sufrir el martirio de adoptar el papel de hombres para llevar a la práctica aquello que consideraban justo. Uno de estos primero nombres es el de Santa Tecla que tuvo que vestirse de hombre para acompañar a San Pablo en su misión evangelizadora. Santa Perpetua fue otra travesti, aunque en este caso hablamos solo de un sueño que tuvo en el que aparecía como un hombre luchando en el anfiteatro contra las fieras. La historia de Santa Pelagia es muy significativa. La mujer pasó su vida vestida como un ermitaño y con su nombre en masculino, Pelagio, hasta que a su muerte descubrieron que era una mujer. Esta misma historia es repetida en vidas de otras santas como Santa Marina, Santa Margarita, Santa Eugenia, etc.
Estas historias de santas travestidas siempre han gozado de un enorme interés por parte de los historiadores que desde el siglo XIX han venido divagando sobre ellas. Se ha pensado incluso que el origen de la devoción a santas travestís está en el culto pagano de los Afroditos de Chipe, en los que mujeres travestidas eran sacrificadas, mientras que los hombres lo adoraban vestidos de mujeres. Esta idea fue muy difundida hasta hace poco. Otros historiadores atribuyen el éxito de estas historias a que su mensaje pregona la asexualidad considerada ideal por el cristianismo.
La vida de la Monja Alférez, es decir, Catalina de Erauso constituye un ejemplo excepcional. Fue una monja con una actitud muy viril, que le llevó a colgar los hábitos y huir de la tranquilidad propia de un convento. Catalina llegó a simular e intentar ocultar sus atributos femeninos para convertirse en soldado de espada. Se vistió como un hombre y se comportó como tal. De esta forma inició muchísimos viajes hasta que llega a las Indias, donde participó en numerosas batallas de la conquista. Su carácter luchador, valiente y su audacia con la espada le dieron una enorme fama, por lo que le fue concedido el título de Alférez. Catalina vivía así bajo un nombre masculino, siempre metida en peleas y como soldado que era no perdía oportunidad para coquetear con mujeres. En una ocasión actuó como padrino de un amigo durante el duelo de éste con otro. Su amigo resultó gravemente herido, Catalina decide intervenir dándole muerte a su rival, quien moribundo afirmó que verdaderamente era una mujer y es que éste no era otro que su hermano. Su afición por las peleas y disputas la llevó a ser detenida, decide entonces pedir clemencia al obispo Agustín de Carvajal, a quien le confiesa su verdadero sexo. Escandalizado por la historia, ordenó a un grupo de matronas que la examinasen, llegando a la conclusión de que verdaderamente se trataba de una mujer y que permanecía aún virgen. Su caso llegó hasta la corte y Felipe IV la recibió con grandes honores, la bautizó como la Monja Alférez y la autorizó para que siguiese utilizando nombre de varón. Más tarde viajó a Roma, donde el Papa Urbano VIII le concedió el permiso de vestir como hombre.
Como toda gran historia, la de Catalina de Erauso tiene sus antecedentes. El más evidente es la biografía de Juana de Arco. Anterior incluso es la vida de María Pérez “la Varona”. Se trata de una mujer que en el siglo XII no tuvo reparos en vestir y adoptar el papel de un hombre para formar parte de las filas militares en plena reconquista. Su importante labor en defensa de la fé cristiana la llevó a ser muy reconocida. Pero estamos ante casos excepcionales. Las prácticas travestís jamás eran expuestas públicamente y se reservaban al ámbito privado y más íntimo, por ello apenas poseemos noticias de la Edad Media y Moderna. Si sabemos que fiestas como los Carnavales se convertían en la excusa perfecta para travestirse. Además el teatro era otro trampolín ideal, sobretodo en época barroca.
Muy frecuente fue en Francia, Gran Bretaña o Italia representaciones teatrales con actores y actrices travestidos. El carácter cómico que adquiría este tipo de actuaciones le otorgó una enorme fama, sobretodo si era un actor quien se travestía de mujer. Tal éxito llegó a obtener que en Gran Bretaña se llegó a imponer un término propio para estos actores, “travesty”. Era una especialización dramática que obligaba a sumergirse completamente en el papel del sexo contrario. Los actores hacían de mujeres y viceversa. Se llegó a tal perfeccionamiento que el público no sabía distinguir el verdadero sexo de los intérpretes. De aquí surgió Madame Vestris, una de las más famosas, conocida como “la Reina Travestí”.
En la otra parte del mundo, en Oriente, el Kabuki causaba furor durante los primeros años del siglo XVII. Se trata de una forma de teatro tradicional japonés. Era una mezcla entre teatro y danza donde las jóvenes mujeres interpretaban, a veces con tintes cómicos, escenas de la vida cotidiana. El escándalo surgió con el ambiente de prostitución y violencia que lo rodeaba. Por tal motivo en 1629 las mujeres fueron expulsadas, sustituyéndose por actores masculinos que se ataviaban de mujeres. Con ello el Kabuki experimentó una evolución: el drama ganó más protagonismo en detrimento de la danza, su éxito comenzaba a crecer. Las escenas eran de tintes obscenos. Lejos de terminar con la prostitución, ésta adquirió un auge insospechado. Eran muchos los hombres que tras terminar la función requerían los servicios de cualquier jovencito, hasta el punto de producirse importantes enfrentamientos por hacerse con los favores sexuales de un determinado actor. Finalmente en 1653 se decide suspender estas prácticas.
Carlo Brochi nació en Italia a principios del siglo XVIII. Durante su infancia destacó por su hermosa voz, idónea para la ópera. Ello motivó que fuese castrado siendo niño para preservar así su maravillosa voz. Fue educado y se formó en los mejores centros de la época. Bajo el nombre artístico de Farinelli se convirtió en uno de los mejores intérpretes de la historia de la ópera. Su hermosa voz le permitió además especializarse en la interpretación de papeles femeninos, por lo que era frecuente verlo travestido. Así es representado en algunos grabados de la época.
En la Francia del siglo XVIII, justo antes de la Revolución, tiene lugar uno de los casos más famosos de la Historia. D’Eon de Beaumont fue un joven que decidió vestirse de mujer y de hombre para investigar las causas de la misteriosa muerte de su hermana. Esta actitud ambigua fue propia a lo largo de toda su vida, llegando incluso a mantener relaciones sexuales con ambos sexos. Nunca llegó a saberse si realmente se trataba de una mujer o de un hombre.
El siglo XIX llega con nuevos espectáculos y lugares de fiestas muy vinculados con el travestismo, que en esta centuria quedará estrechamente unido al mundo del arte, teatro y música. La literatura seguirá encontrando en los travestís una fuente de inspiración única.
A partir de entonces surge una vinculación muy estrecha entre travestismo, espectáculo y farándula que llegará hasta nuestros días. En años aún de la dictadura eran muchos los lugares donde las travestís despistaban a la censura y actuaban. “El Molino” en Barcelona fue uno de los más famosos.
Durante todo el transcurso del siglo XX asistimos al desarrollo y evolución del Cine. El séptimo arte optó en muchos casos por una temática relacionada con este fenómeno. Ya desde los inicios en el cine mudo Charles Chaplin se vistió de mujer en alguna película. A él le siguieron muchísimos nombres. Desde el blanco y negro hasta el color el travestismo ha sido la base de muchos títulos muy reconocidos y famosos. Podríamos empezar con los papeles de Tony Curtis y Jack Lemmon en “Con faldas y a lo loco” y terminar con “Priscilla, Reina del desierto”, protagonizada por un grupo de travestís fans de ABBA. Pero no sólo de historias ficticias se alimenta el Cine, también se versionaron y adaptaron casos reales. Como ejemplo podríamos citar a “Mulán”, producida por la factoría Disney.
Además en estos años se implantaría en nuestro país el paso más allá del travestismo, hablamos de las primeras transexuales nacionales. Aquellas quienes ya no se conforman con vestirse de mujer y adoptar sus roles, sino que deciden someterse a una operación de cirugía. Como ellas mismas confiesan, son mujeres nacidas con cuerpo equivocado.
Con los 90 el fenómeno travestí se convierte en cotidiano. No es nada extraño encender la televisión y ver alguna travestí.
A nivel internacional el travestismo incluso era una forma estética a seguir, el caso de la imponente Ru-Paul es muy llamativo. Su bello rostro fue la imagen de la prestigiosa casa de cosméticos MAC. Otras adoptaron papeles más reivindicativos y luchadores en países que no atravesaban una buena situación, como por ejemplo Alejandra Bogue o Ruva Duval en México. El travestismo ya tenía una estética particular y muy propia, que años atrás ya habían adoptado cantantes, como el ambiguo David Bowie o Boy George, anunciando lo que otros hacen hoy, como Marilyn Manson
Los noventa terminaban con un triunfo claro por parte de las travestís. Muy representativo es el caso de Dana Internacional. La joven israelí comenzó como travestí hasta convertirse en transexual. Por este motivo era perseguida por sectores fundamentalistas de su país, llegando incluso a estar amenazada y prohibida. Su victoria llegó con su triunfo en el festival de Eurovisión con la canción “Diva”.
También esta última década ofreció otra forma de travestirse. Hablo de las Drags-Queen. Se trata de una indumentaria basada en atuendos femeninos, pero donde todo se exagera al máximo. Estarán más ligadas al mundo de la noche, en especial a las discotecas.
En estos años actuales aparecen travestís increíbles, cuyas actitudes rompen por completo los límites de cualquier definición posible. Travestís ligadas al mundo del arte, travestís muy transgresoras y originales.

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