viernes, 30 de abril de 2010

Género, travestismo y bisexualidad

por Salvador Zavaleta Ramírez

Las forma de efectuar adaptaciones en nuestra identidad de género pueden ser múltiples y diversas, por ello, el travestismo representa una posibilidad para hacer de la identidad de género una reconstrucción personal, social y lúdica, pero también representa un modo alterno de vivir y de diferir de un modelo de asignación científicamente validado. Sin embargo ¿Cómo es que esta identidad de género es representada en la cotidianeidad? ¿Es acaso que su adhesión al cuerpo y a la mente, tienen su momento? ¿Cómo se conjuga lo trans con la bisexualidad en un mismo esquema?

Primero quiero decir que efectivamente con lo que nacemos es con una parte física, antes que la ciencia médica desde el siglo XV comenzara a determinar los géneros a partir de los caracteres biológicos, nombrando a los sexos. Con esto quiero decir que mucho antes de que en sociedades occidentales la ciencia médica nombrara a los géneros en masculino y femenino respecto a las diferencias biológicas de las personas y los enfocara binariamente, en la historia de otras sociedades han existido, también mucho antes que la determinista ciencia médica, diferentes formas de nombrar a los sexos, pero no únicamente en dicotomías. En otras culturas la figura de la androginia aparece como un mito, algunas veces de buen augurio y algunas otras de mal presagio, pero también como parte de las transiciones simbólicas para explicar los cambios de las teocracias femeninas por los gobiernos patriarcales.

Así como la ciencia médica impusiera en las sociedades occidentales su visión dicotómica y con ello limitara sólo a dos formas de ser, en culturas andinas, amazónicas y de la región, no solamente han reconocido la existencia de otras formas de diferenciar y mutar temporalmente los géneros, sino también de representarlos y con ello construir posibilidades más libres de expresar la identidad. Tal es el caso de los rituales de travestismo que el hombre ha utilizado y sigue utilizando en fiestas patronales, resultado del sincretismo religioso expandido en toda Latinoamérica. Un ejemplo muy claro de este travestismo se localiza en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez Chiapas, en donde en el marco de la festividad de María de Langoria del mes de enero, los hombres por medio de los compadrazgos y mayordomías visten trajes típicos del territorio para venerar y celebrar a la antigua tradición de la reina feudal de la época de la colonia, mejor conocida como María de Langoria.

Así mismo, en nuestras sociedades occidentales, el travestismo es utilizado en festividades patronales, en shows de corte y tipo americano. Durante el siglo antepasado en la Ciudad de México, el burlesque fue uno de los principales atractivos, y en la actualidad se retoma con sus transformaciones. También lo drag y lo travestí como formas de subversión y de expresión cultural que pueden ser más o menos válidas según se flexibilicen los espectros culturales y del imaginario colectivo. Empero ¿Por qué al apropiar el travestismo en la cotidianidad como una forma y estilo de vida, éste es estigmatizado por la sociedad?

La identidad de género no se adquiere con el cuerpo físico al nacer, se construye y delimita en el transcurso de la vida social de las personas. La identidad de género es adherida por el sistema en dicotomías, de hombre y mujer, que por medio de los roles sociales encuentran una interpretación vinculada estereotipadamente a las orientaciones sexuales hegemónicas, de ahí que la bisexualidad detone dicha perspectiva sesgada a priori. Es así, como de manera transversal la identidad se construye (cuando se educa, condiciona y determina) en las diferentes aristas de la persona. Por ello, es que el travestismo como manera de interpretarse la vida y el ser, representa una transgresión contra dicho sistema de sexo y de género que norma y uniforma.

Existe un departamento en la vida de las personas que el travestismo, como identidad, transgrede y performa de manera decisiva, y ésta es lo íntimo, el lado de lo íntimo como parte del sentir una sexualidad. Es el momento de travestirse para denominarse lesbianas, heterosexuales, gays o sujetos queers, y en donde las fronteras entre hombre y mujer, entre homosexual, lesbiana o bisexual, se cruzan y recrean, yendo más allá del ser hombre o del ser mujer, de la orientación sexual y de los géneros, del jugar con nuestras identidades en escenarios cada vez más diversos, plurales y complejos, e incluso neutros. Lo travestí explora y diversifica las formas de experimentar los estadios heterosexual, gay, lésbico o bisexual, pero también descubre y renombra las identidades con un mayor grado de apego a la realidad interna y a la propia libertad desde la subjetividad.

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