miércoles, 21 de abril de 2010

Travesti sí, pero también hombre

Por Milena Pérez

Por que no puedo transvestirme y seguir siendo hombre ?

Algo que se ha discutido con mucha frecuencia es si la naturaleza del travestismo representa un desorden de la personalidad, del comportamiento, o hasta quizás una enfermedad mental. En el camino hacia el esclarecimiento de este asunto se ha intentado establecer la diferencia entre el travestimo visto desde el punto de vista de la sexualidad y el travestismo visto desde la propia identidad sexual. Sin duda alguna todos estos estudios han contribuído a identificar las diferentes motivaciones y hasta las causas del travestismo, con lo cual ha mejorado el entendimiento de este fenómeno tanto para el travesti mismo, como para quien no lo es.

Un poco lejos de estos estudios científicos, pues mi formación profesional, relacionada más con máquinas y tecnología que con la naturaleza del comportamiento humano, no me permite dimensionar semejante complejidad, me detengo con frecuencia a pensar sobre el tema, especialmente cuando me transvisto.
He considerado las causas de mi "afición por lo femenino", he pensado y repensado en el efecto que esta implica en mi vida y desde luego, como tantos otros travestis, he experimentado el dolor, la frustración y la culpa que invariablemente se encuentran asociados al travestismo.
En mi caso está perfectamente claro que no me siento inconforme con mi género. No he imaginado nunca la posibilidad de hacer transformaciones en mi cuerpo y no he considerado, ni remotamente, la posibilidad de relacionarme física o afectivamente con otro hombre, travesti o no. Por el contrario me encantan las mujeres, admiro muchos aspectos de su ser, disfruto enormemente de su compañía y en particular amo profundamente a mi esposa. Sin embargo esa extraña y compleja mezcla de excitación sexual y confort interior que experimento cuando me transvisto resulta un asunto difícil de explicar y créanme, más difícil de entender.
Aunque sé que en principio suena confuso, casi tonto, me he preguntado muchas veces, por qué no puedo transvestirme y seguir siendo hombre ? Soy un buen padre, un buen esposo y un buen hijo. Mi desempeño académico y profesional, sin ser brillante, está por encima del promedio, y mi rendimiento laboral no tiene dificultades de ningún tipo. Sin embargo sé perfectamente que mi condición de travesti deteriora mi imágen y cuestiona mi masculinidad.
Si mis compañeros de trabajo supieran que uso minifalda y tacones altos, así sea en privado y de cuando en cuando, seguiría contando con su respeto y con su aprecio ? Mis amigos y vecinos seguirían creyendo que soy un tipo de confianza ? Mi madre y mis hermanos seguirían viendo en mi un buen ejemplo ? Mi jefe en el trabajo, seguiría confiándome las tareas críticas ?
....Ya todos sabemos la respuesta !
Pienso, vuelvo y pienso y sigo creyendo que algo anda mal en este esquema.

Muchas veces hemos sabido de otras culturas o sociedades , incluso no tan primitivas, en las que el travestismo no implica una asociación con el otro género, aunque las apariencias así lo indiquen, ni desde luego este conduce a una descalificación social, como en efecto ocurre en la nuestra. Hay incluso quienes han afirmado que no existen ropas de hombre y ropas de mujer sino simplemente ropas, y aunque en particular yo no estoy de acuerdo con esta expresión, sirve para reafirmar mi cuestionamiento: Por qué no puedo transvestirme y seguir siendo hombre ? Es confuso, inclusive muchas veces para mí mismo.

Por una parte está bastante claro que no soy menos hombre cuando me transvisto. Quiero decir, mi esencia, mis principios, mis valores, mi capacidad de construir futuro para mí y para mi familia y todo aquello que me hace ser quien soy y que me diferencia de las demás personas, sigue siendo mío, también cuando tengo minifalda o panties de algodón. Mis conocimientos, mi criterio profesisonal, mi capacidad productiva no desaparecen cuando uso medias veladas y desde el punto de vista sexual, no me interesan los hombres cuando uso mi corbata, y me interesan mucho menos cuando llevo puestos mis zapatos de tacón.

También es cierto que cuando me transvisto experimento y disfruto de ciertas sensaciones que no siento cuando llevo ropas masculinas. El roce de las medias de seda entre mis piernas depiladas, que sobre unos tacones altos lucen más largas y torneadas, el viento frio que se cuela por entre mi falda y sube hacia mis muslos, mi cintura comprimida por un corset de encaje que realza también mi busto dando a mi cuerpo una forma completamente diferente, son sin duda una interesante mezcla de excitación y confort, que siempre es nueva y placentera y que no experimentaría de otro modo.

Debo renunciar a este placer para ser un hombre ? Debo renunciar a esta dimensión de mi ser, por serlo ?

Otro aspecto importante de todo esto, trasciende el placer físico, se adentra en mi interior y hace el panorama mucho más complejo. Cuando me transvisto siento una especie de confort, de relajamiento, si se quiere de alivio interno, que merece especial consideración. A bordo de unos tacones altos o metido entre una minifalda no tengo espacio para las cotidianidades que suelen agobiarme. No hay lugar en mí para las presiones que enfrento a diario y ciertamente me siento libre del afán competitivo que caracteriza el día a día de mi vida. Y casi es obvio: No podría aparecerme en el trabajo con la cara maquillada, ni hablar a mis hijos mientras cepillo mi peluca, así que al transvestirme aislo por completo todas esas facetas de mi vida cotidiana. Aunque debe quedar claro que no quiero decir que ella sea una carga insoportable o que en ella no existan la felicidad y las satisfacciones. Simplemente al transvestirme construyo un espacio diferente, que al no estar invadido de presiones, resulta verdaderamente relajante. Es como si mi vestuario no sólo transformara mi apariencia, sino que además me hiciera una persona diferente, una persona sin problemas ni angustias por las cuales preocuparse. Esto explica claramente por qué la sensación de comfort, de alivio que experimento cuando me visto de mujer.

Como ya lo mencionaba, el atuendo femenino se lleva consigo ciertos elementos de mi vida cotidiana. Ahora bien, al liberar de este modo las presiones de mi vida, queda un espacio interno que de manera inconciente, pero inevitable y afortunada voy llenando poco a poco con otros factores igualmente o quizás más importantes.
En todas las especies, también en la humana, el macho debe competir con otros machos y ser el más fuerte. Una variante de la teoría evolucionista de Charles Darwin que, queramos o no, rige también para los humanos. En mi rol "natural" de macho debo ser competitivo y hasta agresivo si se quiere. En mi rol "artificial" de hembra la competitividad y agresividad no existen, así que son reemplazadas por otros elementos más dulces como la ternura, la sensibilidad al dolor propio o ajeno, la solidaridad y la lealtad. No estoy diciendo que los hombres no seamos sensibles o solidarios, ni digo que sean o seamos todos desleales o faltos de ternura. Pero sabemos bien que no son estos los típicos factores que caracterizan nuestra personalidad masculina.

Ciertamente No se como se sienten las mujeres ni se que es ser mujer, pero creo que no me he sentido como una de ellas cuando me transvisto. Sin embargo el vestirme como ellas, me ha permitido conocer más de cerca la ternura, sentirla más a flor de piel y saber que es hermosa y dignificante para el ser humano. No he sido mujer cuando he depilado mis piernas ni cuando he intentado caminar como lo hacen ellas, (las mujeres, no mis piernas), pero al hacerlo he "tomado distancia" de mi rol "natural" de macho y he podido ver y sentir cosas que de otra forma no hubiese conseguido. Al transvestirme he comprendido mejor algunos aspectos de la naturaleza femenina, sin duda positivos, y al incorporarlos a mi ser me he hecho un ser humano más completo e integral.
Visto así, el travestismo ha aumentado mi capacidad de comprender a las mujeres, me ha proporcionado nuevos elementos de juicio, nuevas sensaciones y puntos de vista más amplios que han enriquecido mi existencia. Soy menos hombre por eso? Al subvalorar aquellos comportamientos de macho ha disminuído acaso mi masculinidad, o tan sólo mi machismo ? Es verdad que al transvestirme me acerco un poco más a la naturaleza femenina, pero no creo que esto me haga menos hombre. Quizás sí menos "macho", pero nunca menos hombre.

Tal vez esta aproximación a lo femenino que en apariencia es simplemente exterior, pues no trasciende del vestuario, ha ido un poco más allá acercándome a ellas y a su mundo y me ha permitido desarrollar habilidades para entender mejor a las mujeres, para ser más justo, solidario y comprensivo con ellas. Ello me hace ver el travestismo como algo no tan negativo.

Trato de ponerme en el papel de mi esposa. Como me sentiría si en su lugar afrontara la realidad de un esposo que disfruta usando falda y zapatos de tacón ? Ciertamente que no es un asunto simple y quizás en un principio me resultaría increiblemente difícil de aceptar, sin duda más por el desconocimiento de las causas y de su alcance, que por el hecho del travestismo en sí. Si yo fuese mujer y mi esposo quien se viste con ropas femeninas, me moriría de angustia al creer que esa indumentaria es la antesala de una conducta homosexual. Pero si fuera mujer y esposa de un travesti y tuviera algún nivel de seguridad que su indumentaria femenina no implica de ningún modo la traición de los principios, de los sentimientoes, ni de la escencia del hombre del que un día me enamoré, creo que no lo tomaría mal, pues sé que a cambio de su gusto por usar vestiditos cortos obtendría de él mayores niveles de comprensión, un trato más cariñoso, menos agresividad, más comprensión y una actitud más solidaria. Si de algún modo supiera que este comportamiento está asociado con su interés por lo femenino, y si conociera exactamente sus motivaciones y el alcance de sus actos, en lugar de reprimirlo, intentaría apoyarlo, pues visto de una manera simple, sería un acuerdo de mutua conveniencia, pero trascendiendo un poco, al apoyarlo estaría dando la más increible prueba de aceptación, de comprensión y de verdadero amor.

Creo que son nuestra cultura que mitifica al "macho" y el desconocimiento de las causas y del alcance del travestismo las dos razones principales por las cuales se originan el miedo y el rechazo. Si hombres y mujeres lograran aceptar los beneficios que reporta acercarse de este modo al mundo femenino, los casos de maltrato intrafamiliar, de esposos borrachos, infieles e irresponsables serían menos frecuentes, no por el hecho de que los hombres anduviésemos por las calles en faldita corta, sino por que al "haber estado allí" conoceríamos más de cerca a las mujeres y reduciríamos de alguna forma la "distancia" entre ellas y nosotros.

Entonces valoraríamos más justamente a las mujeres y seríamos si más hombres y más humanos. Entonces habría más travestis y menos "machos", así que vuelvo y me pregunto: Por qué no puedo transvestirme y seguir siendo hombre ?

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