martes, 14 de agosto de 2012

DRAG KINGS

Ellas ofrecen la versión opuesta del tradicional show de hombres vestidos de mujer (drag queens). Las mujeres que imitan a los hombres permiten descubrir una mirada poco conocida sobre el género y la sexualidad. Estos tres retratos invitan a sumergirse en su mundo.

Por Paula Ricciulli fotografía: Mauro Raigoza

Parece que el mundo no acepta géneros intermedios: o femenino o masculino. Cada uno de los roles que desempeñamos a diario está relacionado con una etiqueta: hombre o mujer. Pero ¿qué tal si pudiéramos meternos en los zapatos del otro sexo por algunas horas?
Eso es lo que hacen los transformistas. Si las drag queens se convierten en mujeres, los drag kings se sumergen en el universo masculino, donde asumen actitudes y comportamientos propios de los hombres.  

Al igual que con sus contrapartes más conocidas, los drag kings personifican a celebridades y hacen lip-sync (doblaje) de sus canciones. En Estados Unidos, no son pocos los drag kings que imitan a Elvis Presley, Michael Jackson o Justin Timberlake. En Colombia, Chayanne, Ricky Martin, Emanuel y Vicente Fernández son algunos de los íconos latinos más imitados.

Aunque existen diferencias, dependiendo del personaje que se quiera interpretar y de las características físicas de la mujer, el proceso de transformación incluye, por lo general, los mismos pasos: fajarse los senos (algunas lo hacen con cinta de enmascarar, otras con telas especiales para que no sobresalgan), y pegarse una barba postiza o pintarse bigote o patillas. Para simular el “paquete”, algunos drags se rellenan las partes bajas con vibradores, medias o incluso frutas. 
Después del vestuario y el maquillaje, viene el reto de transformarse en un verdadero hombre: asumir comportamientos y ademanes típicamente masculinos, desde rascarse en ocasiones la entrepierna, hasta caracterizar la incapacidad de los hombres de hacer varias cosas al mismo tiempo. 

Aunque poco conocido en Colombia, el drag king tiene historia. Si bien 1972 fue el año en el que se usó el término por primera vez, sus antecedentes se remontan a la ópera y al teatro del siglo XVIII. A finales del XIX y comienzos del XX, actrices-cantantes como Anne Hindle, Vesta Tiley, Gladys Bentley y Ella Shields se hicieron famosas por sus interpretaciones masculinas en Estados Unidos e Inglaterra. La actriz alemana Marlene Dietrich, una de las divas más reconocidas del cine, causó polémica en los años treinta por sus múltiples apariciones vestida de hombre. 
Desde mediados de los noventa, los drag kings empezaron a ganar cierta popularidad gracias a personajes como Murray Hill, comediante que se autoproclama “el hombre de mediana edad más trabajador del entretenimiento”, y Leigh Crow, reconocida por su personificación de Elvis con el nombre artístico Elvis Herselvis. 

En el mundo de los drag kings también es frecuente que la atención no esté centrada en una sola persona, sino que haya varios personajes en escena. Los colectivos All The Kings Men (Boston), Switch ´N Play (Nueva York), Between us Boys (Salem) y Kings of Rome (Italia) son los más destacados en el ámbito internacional.

Pero mientras las drag queens no dejan de ganar espacio en la cultura pop, los drag kings se mantienen en el underground, y es poca la gente que sabe de la existencia de esta modalidad de transformismo. En Colombia, sus presentaciones se han llevado a cabo en colegios, en eventos privados y de vez en cuando en fiestas de lesbianas, pues en la mayoría de bares gay de Bogotá, según algunos drags, no se comprende del todo de qué se tratan estos espectáculos.  

En el libro Masculinidad femenina, Judith Halberstam explica que las miradas de la masculinidad desde lo femenino han pasado inadvertidas a lo largo de la historia, en buena medida porque los hombres prefieren que la masculinidad se mantenga intacta a que se vea “contaminada” por otras maneras de “ser hombre”. Por eso, que una mujer asuma el papel de un hombre es algo prohibido, un acto transgresor con un claro mensaje político sobre la identidad sexual.  

A continuación, tres drag kings dispuestos a romper con los estereotipos de género y a dejar a más de uno preguntándose: “¿Este es un man o una vieja?”. 

ANTOINE
“Me gusta ser macho alfa dominante por unas horas”


La primera vez que Judy Monroy se transformó en hombre temblaba de los nervios. Hizo su barba con el material de unas pantuflas en forma de gorila. Sudaba tanto que se me cayó en medio del show, pero no me importó, hice como si nada y seguí. 

Judy, que en el escenario recibe el nombre de Antoine Toulouse- Lautrec, ha intentado llevar sus presentaciones a bares y discotecas gay, pero dice que la mayoría de los dueños de establecimientos LGBT no entienden su propuesta. 

Muchos de los que van a las presentaciones creen que soy un hombre doblando una canción de hombre y piensan: “Qué pendejada”. Pero cuando me quito la barba y la faja de los senos, la gente dice: “Ah, es que era una vieja”, y comprenden de qué se trata. 

Por eso sus presentaciones se limitan a espacios donde el show se pone en contexto, como festivales LGBT o talleres y eventos en barrios o colegios, los que realiza a través de Yakojumo, una organización que aboga por los derechos de las mujeres lesbianas, intersexuales, transgeneristas y bisexuales (LIBT).   

Aunque en el fondo siempre supo que era lesbiana, esta mamá de dos hijos de diez y quince años no asumió su condición sino hasta hace apenas diez años, cuando conoció a Yazmín, su actual pareja y con quien fundó Yakojumo. 

Ocasionalmente, Yazmín hace shows drag con el nombre de Marco Mantobani. 

- A veces me he transformado para obras de teatro y otras actividades. Me gusta, pero no se me da tan fácil la parte masculina –comenta Yasmín, que más que transformarse prefiere ayudar a Judy con el vestuario y el maquillaje para sus presentaciones. 

Cuando Judy va a la peluquería, pide que le guarden el pelo para luego cortarlo y, con él, diseñar su barba. Yasmín es la encargada de cortarlo finamente para pegárselo después sobre una línea de colbón que se dibuja en la cara con un pincel delgado, según el personaje que vaya a interpretar, ya que varía de acuerdo con el lugar en el que se presente. En barrios populares personifica a un mariachi, pero en estratos más altos se inclina por Ricky Martin, aunque uno de sus favoritos es el cantante mexicano Emanuel. 

Para Judy, el transformismo es una manera de desafiar las convenciones de género. 

- No todo lo que sea azul es de hombre ni todo lo rosadito es de mujer. Me gusta ser macho alfa dominante por un par de horas. Me encanta confundir a la gente, que me vean caminando y se pregunten si soy hombre o mujer.   

SIMÓN
“Soy un hombre transbisexual”

A Nikita Dupuis (Simón en el escenario) le parece aburrido no tener compañía en la tarima, razón por la cual le gusta interactuar con el público durante sus shows. Con frecuencia se acerca a los asistentes, coquetea con ellos o los invita a bailar con ella. 

- Hacer drag king para mí es algo casi masturbatorio, así que busco que la gente se erotice conmigo. Lo doy todo en el escenario, me la gozo. 
Para esta bogotana, el drag king es la oportunidad de hacer una parodia a la masculinidad y mostrar cómo cuerpos no masculinos pueden asumirla y apropiarse de ella.

Nikita nació como mujer biológica, pero ahora es un hombre transgénero. Desde hace un año toma hormonas masculinas, pero no cada 21 días, como lo hace la mayoría de trans, sino bimestralmente, lo que le ha permitido desarrollar ciertos rasgos de hombre (como la voz más gruesa y vello facial), y conservar características femeninas (los senos, por ejemplo).
- Mi apuesta consiste en ser un personaje andrógino, que no cuadra entre ninguno de los dos géneros. 

Esa ambigüedad sexual se refleja en sus shows, en los que termina arrancándose la camiseta, dejando al descubierto su pecho fajado. 

- Ahí, además, hago una declaración política. La faja también forma parte de mi cuerpo masculino, como una especie de cyborg. 

Empezó imitando a Chayanne porque quería interpretar a un artista que bailara. Observando los videos del puertorriqueño, se aprendió los pasos de Provócame. También ha personificado a Bono, cantando Desire. 

- Me gusta escoger personajes muy sensuales.   

Nikita, o Simón, se ha presentado en algunas fiestas organizadas por colectivos de lesbianas, aunque confiesa que “las lesbianas estrato seis me odian”, refiriéndose a un show en Theatron en el que el público no se mostró receptivo a su propuesta. Prefiere actuar en espacios populares, puesto que es allí finalmente donde están las construcciones de masculinidad de la sociedad colombiana. Hace poco se vistió de mariachi en una presentación en la plaza de San Victorino, a la que asistieron habitantes de la calle y prostitutas.

A los 28 años, este comunicador social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, con experiencia en danza y teatro, coordina el grupo Entre Tránsitos, que reúne a hombres transgeneristas. Trabaja en el Instituto Distrital de Participación de Acción Comunal, en la gerencia de mujer y género, y es vicepresidente de la emisora online Radio Diversia, dirigida a la comunidad LGBTI, donde conduce dos programas: Alterarte, con análisis político de actualidad, y Crucetas Night, un espacio irreverente donde se burla del prototipo de lesbiana glamorosa, típica en programas como The L World. 

- La lesbiana machorra, con pelos en las axilas, que invita a su novia a ver fútbol y tomar cerveza, también existe, pero nunca la vemos en televisión. 
 SERGUÉI LTDA.
''Tengo una identidad dislocada''


Cruzar a partir del arte las fronteras tanto masculinas como femeninas es el objetivo de Andrea Barragán, de 26 años. Con el transformismo, esta artista visual de la Javeriana busca confundir al espectador, al mezclar en su aspecto elementos de hombre y de mujer. 

Serguéi Ltda. es el nombre de su personaje. Por medio de carteles, videos y otras técnicas, atraviesa los límites que distinguen a hombres y mujeres. Ironiza y parodia el machismo, usando frases como “Dicen que el hombre no es hombre mientras no oiga su nombre de labios de una mujer”,  que imprime en calendarios con su foto, al mejor estilo de los que se encuentran frecuentemente en las panaderías o talleres de mecánica con mujeres voluptuosas y semidesnudas.

Las pinzas, que la mayoría de las mujeres usa para remover el vello facial, Andrea las emplea para pegarse, una por una, a manera de barba, lentejuelas en la cara. Todo su proceso de transformación está documentado, paso a paso, en su obra Como Serguéi Ltda., una mezcla entre cómic e instructivo que se burla tanto de los hombres como de las mujeres. 

A diferencia de muchos drag kings, Serguéi Ltda. rara vez imita a celebridades. Su interés es crear un ser en el que convivan ambos sexos. El transformismo también le permite romper con la definición de identidad como “ser sólo uno”, pues en ella habitan muchos personajes. De ahí que asegure tener una “identidad dislocada”.

- Yo, por ejemplo, tengo la voz gruesa, el pelo corto, uso ropa relativamente ancha, no me pongo tacones ni falda, y utilizo un solo arete. Soy mujer biológica, pero con frecuencia en la calle se refieren a mí como hombre. En una tienda me pueden preguntar, por ejemplo: 

“¿Quiere llevar algo más, señor?”. Aunque nací como mujer, no me siento identificada con lo que se le ha impuesto al género: la presión y el afán por casarse, parir un hijo o tener relaciones sexuales con un hombre.  
Como drag king busca sentar una posición política y artística. En sus videos -performances y esporádicas presentaciones en bares gay, disponibles en Youtube- dobla canciones interpretadas por mujeres, particularmente de Chavela Vargas (cantante lesbiana de música popular), mientras está personificada como un hombre. La ambigüedad también se manifiesta en las canciones que escoge, como Cuéntale a ella, de Helenita Vargas, o Escándalo, de Javier Solís. En el contexto gay, esta última canción lleva implícito un mensaje sobre el amor entre homosexuales.  

Es un escándalo dicen y hasta me maldicen por darte mi amor, no hagas caso de la gente, sigue la corriente y quiéreme más, con eso tengo bastante, vamos adelante sin ver qué dirán.

Andrea es feminista y activista. Su sexualidad ambigua ha ocasionado que en la calle le griten cosas como “¡Le falta la antena!”. Pero no la necesita. Identificarse con cualquiera de los dos sexos es el último de sus intereses.

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