En el más preciso DSM
IV (4) el transvestismo es redenominado "fetichismo transvestista",
y los criterios diagnósticos son: “A. Durante
un periodo de al menos 6 meses, fantasías sexuales recurrentes
y altamente excitante, impulsos sexuales o comportamientos
que implica el acto de transvestirse, en un varón heterosexual.
B. Estas conductas provocan malestar clínicamente
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la vida del individuo”.
En principio, la diferencia
del fetichismo con ropa de mujer es que, como vimos, en
ese caso el placer está en la ropa en sí misma. En cambio
en el fetichismo transvestista, el placer sexual se obtiene
usando la ropa de mujer. Hay varios tipos de fetichismo
transvestista: primario, secundario, parcial, total,
asociado a masoquismo sexual, solitario, ocasional, integrado
a subcultura transvestista, con disforia de género.
En las historias clínicas
de los fetichistas transvestistas se hallan antecedentes
de castigos de niños con uso de ropas femeninas, y los síntomas
se manifiestan tempranamente en la infancia y a comienzos
de la adolescencia. La evolución depende del primer acto:
si fue sólo parcial, o utilizó una prenda, como bombacha,
soutien o lencería íntima bajo la ropa masculina,
o sólo tacos altos o medias femeninas, que pueden pasar
desapercibidas, o bien un transvestismo total o completo,
que incluye ropa exterior y maquillaje. En caso de ser
parcial, suele evolucionar hacia la forma total. Puede comenzar
por la masturbación con una ropa o “artículo favorito”
que usa, y luego la debe tener puesta durante el coito.
Puede ser ocasional, sin grandes perturbaciones de
su vida sexual.
Si es solitario,
el paciente se transviste total o parcialmente frente al
espejo, logrando grados de excitación muy elevados, con
múltiples orgasmos como lo señalaba Money (38), hasta de
10 veces al día, récord nunca alcanzado si no estuviera
transvestido. Este hecho le suele causar disfunciones sexuales
o simplemente un tipo de vida erótica incomparable en cuanto
a intensidad, si tiene mujer. Por eso son solitarios, no
tienen pareja y si la tienen, ellas consienten sin cuestionarlos
que se transvistan para realizar el coito, pues se benefician
de sus altos rendimientos sexuales.
Los que sufren de un
transvestismo completo, adoptan gestos, adquieren
habilidad y buen gusto para vestirse y maquillarse y deben
rasurarse las zonas expuestas. Suelen poseer un variado
y completo guardarropa, el cual es independiente del nivel
económico de los pacientes, quienes suelen invertir con
grandes sacrificios el dinero necesario para satisfacer
su parafilia. Como sólo se registra en varones y heterosexuales,
cuando se integran a la subcultura transvestista,
suelen atraer a otros hombres por su belleza, y se pueden
producir algunas actividades homosexuales ocasionales. También
puede aparecer una disforia de género, es decir,
incomodidad con su sexo masculino. Cuando se hace constante,
pueden surgir deseos de vivir permanentemente vestidos de
mujer y a veces intentan tratamientos hormonales (4) y hasta
cambio quirúrgico de sexo, lo que no está indicado.
Unos guardan celosamente
su problema, sin compartirlo con amigos o padres. Otras
veces consultan por sus depresiones o angustias, o por disfunciones
sexuales; es raro que lo hagan por su transvestismo en sí,
como en todas las parafilias. También es raro que tengan
problemas con la ley, ya que la compulsión a robar ropas,
propia de los fetichistas no es característica de los transvestistas.
Con el paso de los años, la excitación sexual que provoca
el uso de ropas de mujer se va atenuando y “puede
llegar a desaparecer, o puede llegar a ser ocasionalmente
una antídoto contra la ansiedad o la depresión o contribuye
a una sensación de paz y tranquilidad”(4).
En el teatro clásico
siempre ha sido considerada una virtud poder representar
el papel del otro sexo, el actor vestido con ropas adecuadas
y simulando la voz y los movimientos. En el teatro griego
e isabelino y en buena parte de las obras operísticas del
siglo pasado, todos los personajes femeninos eran representados
por varones. Pero sabemos que las personas se transvisten
en cuatro circunstancias. 1º) Los transexuales,
cuando deciden hacerlo desde su trastorno de identidad sexual.
2º) Los transvestistas parafílicos, como lo
vemos aquí. 3º) Los homosexuales varones y
mujeres, porque les facilita el ejercicio de la prostitución
homosexual. Y 4º) Los transformistas, en la
actividad cinematográfica y teatral profesional. Los llamados
travestis callejeros suelen no ser portadores de
esta parafilia.
La moda de vestirse de
varón por parte de mujeres liberadas de fines del siglo
XIX y comienzos del XX, correspondió a una protesta femenina
para obtener las ventajas sociales que otorgaba la condición
de varón o para librarse de la tensión y molestias del hecho
de ser mujer. En estos casos, dice Fenichel (18), tampoco
se debe hablar de transvestismo.
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