Por Sharom Nadine
Recuerdo cuando era niño y me di cuenta que también era niña
Me visto de mujer desde los 12 años, una mezcla fatal de mucho tiempo
sola en casa, aburrimiento, alma femenina, demasiadas curiosidad y un
conjunto de babydoll azul celeste con string bikinis a juego en la gaveta abierta de la ropa íntima de mi mamá.
Siempre fui apasionada de la ropa de chicas, siempre me pregunte que
se sentiría, las cintura ajustada y los zapatos con tacones altos, tener
pechos o llevar pinturas en la cara, era algo tan intrigante para mi
inquieta cabecita pre adolescente, como un rompecabezas que no era mí,
ni tenía idea de cómo se armaba, pero que no podía soportar ver
desarmado. Me urgía descubrir que pasaba más allá de la ropa aburrida
que los hombres se ven forzados a llevar.
Por aquella época tuve mi primer y único sueño húmedo, por supuesto
involucraba soñarme vestido con ropa de mujer, me levante avergonzado de
cómo mi cuerpo me había traicionado a cambiar sábanas y darme un baño
de media noche, para borrar las evidencias de aquel “accidente”.
Pero entonces, la curiosidad se convirtió en algo más fuerte, era
posesa del deseo de saber porque las mujeres se tardaban tanto
vistiéndose y que se sentía llevar un brassier,
Muchas veces estuve cerca, hasta que me descubrieron, y gracias a que
en ese momento descubrí lo buena mentirosa que puedo ser si hace falta
(aunque no me gusta mentir), no hubo problemas mayores. Tuve momentos de
disfrute increíble, momentos de culpa terribles; hice mil promesas de
nunca volver a vestirme, que se rompían en el momento que la casa se
quedaba sola y tenía a mi disposición el closet de mi mamá, closet que
yo conocía mejor que ella, ya que combinaba la ropa en maneras que ella
nunca hubiese pensado. Me hice experta en sus tacones y en su
maquillaje, tanto que en bachillerato sabía más de ropa, maquillaje y
andar en tacos altos, que cualquier compañera de clases, es una lástima
que nunca se lo pude echar en cara a las que me trataban mal
Mi forma de aprender fue doloras y basada en el ensayo y error, sin YouTube,
sin siquiera internet, sin amigas cercanas, ni nadie a quien contarle,
tuve que aprender viendo e imaginándome por mi misma como se hacía cada
cosa. Uno de los momentos más horribles, fue cuando me dio curiosidad
por pintarme las uñas; sabía dónde mi madre guardaba su
kit de manicure y sus pinturas, elegí un rosa fuerte precioso, me lo
apliqué con toda la paciencia del mundo y me encantó el resultado.
Cuando comenzó a acercarse la hora del regreso de mis padres, en mi
ignorancia creí poder lavar la pintura de mis uñas con agua y jabón,
idea que se hizo añicos tras el intento, desconociendo yo el uso del
quitaesmalte, recurrí a frotarme dolorosamente con una esponja hasta que
mis dedos sangraron y la última molécula de esmalte dejó mis uñas.
Cuando días después descubrí las bondades de la acetona, todo se hizo
claro para mí.
Esa es sólo una de las anécdotas de mis inicios en el mundo de la femineidad, de mi entrada al mundo de rosa y encaje.
Link a publicación original: https://sharomtravesti.wordpress.com/2016/07/27/entrada-24-recuerdo-cuando-era-nina/
-Contacto: sharom_lover@yahoo.com
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