“Es la expresión de fiesta en libertad. Río está volviendo a tener el espíritu de décadas atrás”, dice André Quintela, guía turístico, mientras baila detrás del bloco Boitatá. Ahí van, siguiendo al camión desde donde cantan y tocan los músicos, millones de “folioes” (como se le dice a los que participan de la “folía”, la fiesta) disfrazados de cualquier cosa.
Con nombres graciosos, juegos de palabras y temáticas sobre la cultura popular, los blocos ponen al público en un estado de sobredosis de samba. Y los vendedores de cerveza aportan a la excitación. Son cientos de blocos interesantes, pero todos aquí quieren estar cuando sale Cordao da Bola Preta, el más popular de Brasil, que el sábado juntó dos millones de personas (sí, leyó bien) en el Centro de la ciudad. “Esta es la fiesta más impresionante que vi en mi vida. No hay nada que hacerle, esta es la ciudad de la felicidad”, dice mientras baila Sequi Rodríguez, un músico argentino que vino a Río a curtir el samba desde adentro.
Hay blocos de todo tipo y para todos los gustos, basta con mirar el cronograma, elegir uno y salir a bailar. Uno de los más exitosos de este carnaval 2011 ha sido el bloco Sargento Pimienta y el Club de los Corazones Solitarios, que, obviamente, homenajeó a los Beatles, con hits como “Ticket to ride” llevados al ritmo del samba. “Es una verdadera delicia”, comentó Carlos, un vecino Botafogo, con un disfraz de submarino amarillo.
También están los blocos que identifican un barrio, como Carmelitas, que sale de un convento en el barrio antiguo de Santa Tereza; los clásicos, como Banda de Ipanema, que nació como un bloco de drag queens y travestis y anoche juntó cerca de un millón de personas a la vera de la playa. O los futboleros, tal el caso de Samba, Amor e Paixao, de los hinchas del Flamengo, que anteayer deliraron al ver a Ronaldinho (que no se pierde nada del Carnaval) cantar y bailar junto a todos ellos.
Aunque este año los que se han llevado todas las miradas han sido los más provocadores, que resaltaron las diferencias de los blocos contra la corrección política de las escolas de samba tradicionales. Uno de ellos es Que Merda É Essa?, que basó sus sambas en el lema “prohibido prohibir”. “Odio lo políticamente correcto. El carnaval es irreverencia”, dice Rodrigo Goncalves, uno de los compositores de este bloco. Y así vive Río el carnaval en la calle. Durante estos días en la calle no importa nada, ni la apariencia, ni el disfraz, ni el estado etílico ni la condición sexual. El carnaval abre las puertas para que todos salgan de la estructura y sean lo que quieran ser. Como canta Gilberto Gil, “el mejor lugar del mundo es aquí y ahora”.
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