Por José Luis Vargas
La apertura sexual y las fantasías han impulsado
que hoy tanto hombres como mujeres experimenten nuevas sensaciones y
placeres que años atrás parecerían inapropiados, pero que de a poco van
ganando terreno en quienes son más desinhibidos y están dispuestos a ir
siempre un paso más adelante si nos adentramos en este paraíso del sexo.
Pero, ¿puede un hombre ser heterosexual y fantasear con vestirse de mujer como práctica habitual? Claro que sí y a tal comportamiento se le denomina Crossdressing,
el cual llega a derribar el mito que sólo un homosexual puede tener
deseos de usar prendas femeninas y maquillarse como una chica, ya que la
“heterosexualidad flexible” va ganando terreno en la sociedad actual y
de a poco se posiciona como una nueva forma de vida.
Si bien el fenómeno no es algo reciente, obtuvo mayor popularidad por el libro “Casa Valentina”, del escritor norteamericano Harvey Fierstein, ejemplar que cuenta la historia de siete hombres crossdressers que se trasvisten y juegan a ser mujeres, pero sólo por un momento.
Tal fue el auge de este escrito que el director, actor y dramaturgo argentino José María Muscari lo llevó a las tablas con total popularidad, afirmando incluso en una entrevista con el diario digital trasandino Infobae
que: “ el crossdressing es el fetiche por la ropa del sexo opuesto sin
que eso tenga intervención en la elección sexual, sino que entra en un
terreno de la composición psicológica de las personas”.
A diferencia de las travestis, que su más grande anhelo es vivir las
24 horas de mujer, en los “heterosexuales flexibles” se observa una
doble identidad, una en que se sienten bien con su vida de hombres,
pero por momentos desean explorar su lado femenino y recurren a este
vestuario para modificar tanto su personalidad como su imagen.
Ámbito que el director transandino declara que quienes practican
Crossdresser son hombres, pero buscan espacios en los cuales ponerse en
los zapatos de una mujer. “A estos machos les lleva mucho tiempo crear
esta transformación, y esa composición tiene que ver con un alter ego
que tienen en su interior”.
Asimismo, dado los prejuicios sociales presentes en su mente y a la
poca tolerancia que hoy existe por parte de la sociedad, son muy pocos
los que se atreven a salir a la calle con dicha transformación, aunque
cada vez más hombres confían a sus parejas sus preferencias. “Hasta se
acompañan mutuamente a comprar ropa, o frecuentan clubes especiales para
crossdressing donde se pueden desenvolver como chicas sin la necesidad
de ocultar ese lado que en algunos casos está reprimido”, es lo plasmado
en el medio femenino Entre Mujeres.
¿Qué hay tras los heterosexuales flexibles?
Esta nueva forma de ver a los heterosexuales surge a partir de un trabajo desarrollado por Carlos Figari,
investigador del Conicet y del Grupo de Estudios sobre Sexualidades
(GES) del Instituto de Investigación Gino Germani de la UBA, y envuelve
la posibilidad de que un hombre se sienta atraído sexualmente por una
mujer, pero a la vez quiera jugar o experimentar ser una chica por un
par de horas.
Para llevar a cabo tal investigación, el experto exploró una serie de
pub y discoteques gays y “alternativas” (lugares frecuentados tanto por
homosexuales como por heterosexuales), llegando a la conclusión que el crossdressing es sólo una experiencia momentánea
que desean vivir los heterosexuales, es una especie de escape a estas
barreras impuestas por una sociedad conservadora que de a poco se han
ido derribando, es lo plasmado en su libro “Todo sexo es político”.
“Del mismo modo, hay que tener en cuenta que los prejuicios de la
sociedad actual en torno a la sexualidad, hace que estos hombres se
mantengan en completo anonimato y en un principio vivan este deseo
interno con una culpa de que lo que sienten es mal mirado por sus pares e
incluso algo intolerable si se tiene familia e hijos”, afirmó Paulina Valenzuela, psicóloga y terapeuta de parejas.
Tal es el miedo por no sentirse rechazados por el entorno, que
existen muchos hombres que adoptan esta práctica que deciden ocultar a
sus novias o esposas este deseo íntimo, pese a que no está asociada con
su elección sexual y el hecho de usar un par de tacones no los hace
sentirse mujeres ni menos querer intimar con otros hombres.
Contexto en que Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo declaró al medio argentino Entre Mujeres
que en la intimidad de una pareja todo es posible, y eso contempla el
intercambio de ropa, el juego de roles y hasta el uso masculino de
consoladores.
“Todo es posible en la cama y eso involucra a que si un varón se
viste con ropa de mujer o usa lencería femenina dentro del juego erótico
y dicha práctica no es condición “sine qua non”
para tener sexo, no debería llamar la atención. No implica nada más ni
nada menos que buscar nuevos recursos para disfrutar y despertar el
deseo sexual de su pareja”, afirmó el experto.
Por eso el especialista sostiene que considerar que ese hombre es un homosexual encubierto es un grave error,
ello porque la homosexualidad es un deseo de amar y/o tener relaciones
con alguien del mismo sexo y no implica usar indumentarias ni accesorios
del sexo opuesto por momentos determinados solo para experimentar
sentirse mujer por un par de minutos.
Asimismo, Paulina Valenzuela complementa que hoy en día tener este
tipo de juegos en la pareja es un excelente recurso para salir de la
rutina y optar por nuevas formas de sexualidad, siempre que ambos estén
de acuerdo. Lo mismo ocurre con acceder a otras prácticas (recursos
osados) que si hay un consenso no tendría porque afectar la relación ni
menos dudar de la sexualidad del otro, pues en este plano son sólo parte
de un contexto y de ciertos códigos presentes en el compromiso que
nadie más que la pareja entiende.
Del mismo modo, que un hombre opte por usar una prenda femenina para
vivir esa experiencia es parte de un proceso en que él desea encontrarse
con su parte más sensible. “No tiene relación alguna con querer ser
mujer las 24 horas del día, sino que es un mecanismo para experimentar
esa sensibilidad que si bien le causa placer, tiene tiene claro que su
masculinidad es lo que prima”, finalizó la psicóloga.
Tomado de: Biobiochile
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