miércoles, 26 de abril de 2017

Travestismo de hierro y papel


La colección de fotos del cineasta Sébastien Lifshitz en Arlés recorre los orígenes del movimiento transgénero a través de imágenes anónimas de mercadillos de medio mundo

 

Hombre en esmoquin rodeado de seis travestis. Alemania, invierno de 1937.
Hombre en esmoquin rodeado de seis travestis. Alemania, invierno de 1937. EL PAÍS
Seguirá exasperando a los reaccionarios más furibundos, pero el travestismo es tan antiguo como la humanidad: ahí están los mitos griegos, las vidas de santos, las leyendas chinas y el teatro barroco para demostrarlo. Con la invención de la fotografía, a mediados del siglo XIX, aparecen las primeras muestras visibles de una práctica proscrita durante siglos en nombre del orden sexual, sobre el que reposaba también el social. El Antiguo Testamento consideraba que el travestismo suponía “una abominación a los ojos de Yahvé”, mientras que la ley civil de muchos países europeos lo castigó con la pena capital hasta el siglo XVIII, cuando quedó sustituida por una simple multa y fue catalogada como perversión clínica.

Esta firme prohibición no impidió que parte de la humanidad siguiera vistiéndose con el atuendo del género opuesto. La colección fotográfica del cineasta francés Sébastien Lifshitz supone una prueba adicional de ello. Su archivo, formado por 2.000 imágenes anónimas rastreadas en mercadillos de medio mundo durante los últimos 20 años, se expone por primera vez en los Encuentros Fotográficos de Arlés, que se celebran en la ciudad francesa hasta finales de septiembre. La colección también ha dado lugar a un libro, recién publicado, Mauvais genre (Éditions Textuel), que traza una historia anónima del travestismo durante el último siglo.
Dos ferrotipos decimonónicos retratan a proletarias vestidas con el atuendo masculino, tal vez porque sus empleadores no pusieron cortes femeninos a su disposición. Aparecen mujeres vestidas de esmoquin en la Inglaterra victoriana y prisioneros de un campo de guerra alemán durante la Primera Guerra Mundial, engalanados con ropajes femeninos en un contexto enigmático. Después, la colección se adentra en las bambalinas de un cabaret transformista en el Nueva York de 1960 y en un exuberante concurso de drag queens, un par de décadas más tarde. El conjunto recorre los cambios en el significado social del travestismo, a través de imágenes que no fueron tomadas para ser expuestas en público. “Recogen una memoria privada y secreta. Por ese motivo, hay quien considera que mostrarlas en público es una violación”, reconoce Lifshitz, que no comparte esa opinión. “Estas fotos nos pertenecen a todos. Reflejan la historia de una manera distinta: no a partir de los nombres ilustres, sino de la microhistoria, de las vidas anónimas y olvidadas”, sostiene el cineasta de 48 años, que se ha especializado en retratar la diferencia sexual a través de la ficción y el documental, con títulos como Primer verano o Les invisibles.
Sin estar siempre animada por una voluntad subversiva, esta práctica terminó adquiriendo un cariz político innegable, más allá del aspecto paródico que suele asociarse al transformismo. “El objetivo de estos hombres y mujeres no era solo burlesco. A veces, tenemos la sensación de descubrir una especie de pretransexualidad, un precedente al actual movimiento transgénero”, afirma Lifshitz. La historiadora francesa Christine Bard, autora del ensayo Historia política del pantalón (Tusquets), sostiene la misma tesis en el catálogo: “Como en el desorden autorizado durante los carnavales, implica una suspensión temporal de la prohibición de invertir los roles. Estas imágenes hacen visibles los marcadores de género. Los desnaturalizan y revelan que son un código, una arbitrariedad cultural”.
Hombre maquillado en una imagen de fotomatón en Estados Unidos, 1920.
Hombre maquillado en una imagen de fotomatón en Estados Unidos, 1920. EL PAÍS
La estadounidense Virginia Prince, que nació llamándose Charles, se convirtió en una pionera del activismo transgénero con su revista Transvestia, que empezó a publicar en 1960. Desde sus páginas, dejó clara la separación entre sexo y género (el primero corresponde a la biología; el segundo, al rol que se le atribuye culturalmente). “Se confunde el sexo con el género. Yo siempre soy de sexo masculino, pero cuando me convierto en Virginia tengo género femenino”, dejó escrito. Se anticipaba así a la tercera ola de feminismo que arrancó en los noventa y a los grandes nombres de la teoría queer, como Judith Butler, autora de Deshacer el género, volumen de referencia publicado en 1990.
Para la historiadora de la fotografía Isabelle Bonnet, el valor de este archivo es considerable, ya que “apenas existen autorrepresentaciones de las minorías transgénero previas a los movimientos de liberación gais y lésbicos de finales de los sesenta”. Es decir, anteriores a la revuelta de Stonewall en 1969. “Su historia nos concierne a todos, porque examina los estereotipos ligados a la sexualidad y al género. El pensamiento binario de una virilidad —positiva— opuesta a una feminidad —negativa— no es ni natural ni demasiado antiguo. Se desarrolla en el siglo XIX y comporta una fobia de la afeminación de los hombres”, asegura Bonnet en el libro. De ahí surgirá la llamada “gran renuncia masculina”, teorizada por el psicoanalista John Carl Flügel: la imposición de un vestuario desprovisto de ornamentos para los varones.
Las imágenes más enigmáticas de la colección son las que se alejan tanto de los parámetros políticos como de los burlescos, para inscribirse “en un extraño deseo de normalidad”, como apunta Bonnet. Por ejemplo, una larga serie de fotos describe las fiestas de un grupo de hombres que, durante los años treinta y cuarenta, se reunieron a puerta cerrada en sus domicilios de la periferia de Washington para vestirse y maquillarse como mujeres. Pero no emulaban el estilo de las estrellas de Hollywood, sino el de amas de casa de suburbio residencial. Mientras tanto, en las universidades estadounidenses para mujeres se celebraban los llamados mock weddings (o bodas de broma), documentados en este archivo: una estudiante se vestía de hombre y la otra, de mujer. La vida estudiantil suponía un paréntesis en el que la bisexualidad estaba tolerada, antes del acceso a la vida adulta. En el viejo continente tampoco faltan los ejemplos. En algunas regiones francesas, las mujeres solteras solían vestirse de hombre durante las fiestas de Santa Catalina, patrona de las célibes, hasta el primer tercio del siglo XX. La depresión económica y el clima de preguerra hicieron que estos ejemplos de travestismo lúdico cayeran en desuso, “aplastados por el conformismo moral de los años treinta”, como apunta Bard.

La realidad ignorada

La publicación de Mauvais genre coincide con un momento de visibilidad creciente del colectivo transgénero en la cultura. Lo demuestran películas como La chica danesa o Tangerine, aplaudidas series como Transparent y Orange is the new black, o los artistas Zackary Drucker y Rhys Ernst, que reflejaron sus operaciones de reasignación de sexo en Relationship, un proyecto fotográfico presentado en la pasada bienal del Whitney de Nueva York. Esos ejemplos apuntan a una normalización relativa de una realidad que, hasta no hace tanto, era ignorada o tratada de manera truculenta o caricaturesca. “Se ha necesitado tiempo. La historia de la transexualidad es muy reciente, porque no empieza hasta la posguerra europea, a excepción de tres o cuatro casos”, contextualiza Sébastien Lifshitz, que retrató a un personaje transgénero en Wild side, una de sus primeras películas. “En los últimos 15 años, se les ha empezado a prestar una atención fuerte en el cine y el resto de la cultura, pero también en los estudios de sociología y de historia. El problema es que los textos de la teoría queer no suelen contar con imágenes que reflejen un fenómeno más complejo y diverso de lo que habíamos imaginado”, afirma el director. Su colección supone, en ese sentido, un referente visual bienvenido.

martes, 18 de abril de 2017

Los travestis que 'salen del clóset' por unas horas en Bogotá


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
 Fotos: Ana González Combariza / EL TIEMPO

Hombres que disfrutan lucir como mujeres encuentran en TranxTienda un espacio de liberación.


Publicado en El Tiempo 


El bullicio de la carrera 10.ª, en pleno centro de Bogotá, poco a poco desaparece a medida que se escalan las rampas del Centro Comercial Galaxentro, ubicado en la carrera 10.ª con 19. En el cuarto piso se oyen voces y el sonido de un televisor dentro del único local abierto en la zona. Allí, orgullosa del trabajo que desempeña todos los días, está Derly, dueña de TranxTienda y encargada de darle vida a esa feminidad escondida tras cada hombre que visita su boutique.

 Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
   Derly asumió su feminidad por completo tras una extorsión, razón por la cual debió contarle a su familia para detener el crimen. Su hija, desde que se enteró de la realidad de su padre, le dice Mapi, “por ser mamá y papá al tiempo”. Luego conoció a Zahyra, su actual esposa, y con ella tiene un hijo de 3 años. Ambas atienden, maquillan y están al frente de la tienda.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Sus facciones no son impedimento para que en este lugar, donde pueden dejar de lado los señalamientos y los prejuicios, les permitan verse como les gusta y como quieren: arreglar su cabello, pintar sus labios y lucir ciertos accesorios que, en su cotidianidad, no pueden exhibir.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Una vez al mes, Felicia, de 30 años, llega a TranxTienda para transformar por completo su vestuario, maquillarse y sentirse como toda una mujer. Su esposa, que es heterosexual, sabe dónde está y acepta que un día cada 30 vaya y disfrute con más personas que comparten sus mismos gustos. La familia de 'Felicia', sin embargo, no sabe que ella es en realidad ‘él’, razón por la que decide no mostrar su rostro. “Cuando uso falda me siento completa porque es la expresión máxima de feminidad. Además, me ha ayudado a entender lo que le pasa a mi esposa y a las demás mujeres a diario en la calle o en el transporte público”, dice.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Los pantalones, las camisas y los zapatos dan paso a las faldas, las pelucas, las uñas postizas, al labial y a los accesorios. El mundo de los hombres al que se ciñen a diario hace una tregua y ellas salen a flote. Para algunas es la oportunidad de, por fin, hacerlo con total comodidad.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Algunas clientas dan pequeños paseos en el centro de Bogotá o almuerzan en un restaurante cercano vestidas tal y como salen de la tienda. No obstante, hoy las chicas van a ir a un lugar en Chapinero que frecuentan travestis. Por eso, la pinta debe ser pensada especialmente.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Algunas de las prendas que ellas usan deben ser confeccionadas especialmente. Derly explica que los zapatos, las faldas y las blusas tienen que acondicionarse para ajustarse a los rasgos físicos masculinos. “Las tallas de zapatos son más grandes, la espalda más ancha y las caderas menos pronunciadas, así que es necesario que todo sea armonioso para que no se vean como si estuvieran disfrazados”, dice.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Las visitantes de TranxTienda se consideran ‘cross-dressed’, una categoría en la cual el único interés es el uso de prendas femeninas y no un gusto sexual o sentimental hacia los hombres. Muchas clientas tienen esposas e hijos y no consideran que su gusto interfiera con su día a día.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
A ‘Andrea’ no le gusta revelar su edad, ni mostrar sus manos ni su rostro por sus facciones rudas y para evitar que terceros la reconozcan. Sin embargo, su transformación es tal que bien podría ser la mamá, tía o esposa de cualquiera. Siendo ‘Andrea’ no habría por qué dudar de que es una mujer.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Estas mujeres tienen las habilidades de la vanidad femenina a flor de piel. Si bien no lo hacen a diario, manejan el maquillaje con bastante destreza, también se pegan y pintan las uñas como si fuera parte de su rutina.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
‘Valeria’, a diferencia de las chicas que estaban en la tienda, es bisexual y asume su rol femenino cada fin de semana. Los otros días trabaja entre cemento y ladrillos en una construcción. Reconoce que en ese mundo “lo primordial es la seguridad”.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Salir al convulsionado centro de Bogotá con tacones, falda y maquillaje requiere valentía y seguridad. Dejar salir del clóset al travesti que se viste de traje, overol y 'jeans' es, según Katherine “un momento de completa plenitud”.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
La TranxTienda no es una casa de belleza donde suelen prepararse las transformistas para eventos y reinados, aquí, los travestis encuentran un lugar para 'salir del clóset': pueden probarse ropa, comprar en la boutique, mandar a confeccionar sus modelos y guardar todas sus pertenencias de mujer, que usualmente no pueden tener en casa. Hay casilleros que se arriendan mes a mes.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Ese es el trabajo de Zahyra (izq.) y Derly (der.): ayudar a ‘las chicas’ para que al verse al espejo no tengan duda de su feminidad. ‘Felicia’, ‘Katherine’, ‘Andrea’, Valeria’ y muchas otras trans pasan por las manos de Derly para quedar perfectas. Como amigas se aconsejan sobre vestidos y accesorios que podrían lucir.


Los travestis que salen del closet por unas horas en Bogotá
Las chicas’ como 'Katherine' (foto) están listas para ir, algunas por primera vez, al mundo nocturno de Chapinero. Cuando regresan a TranxTienda, la ropa de mujer se queda en el casillero y el maquillaje, envuelto en una toallita húmeda, a la espera de una próxima transformación.


















En México hay una carrera drag y no le pide nada a la de Ru Paul

De hecho, es mejor porque se hace en vivo en Garibaldi. 



publicado
Mireya González

Desde hace tres años, a cargo de Paris Bang Bang, se celebra La Carrera Drag de la CDMX, una reinterpretación de la famosa Ru Paul's Drag Race, pero en Garibaldi.

¿Quién es Paris? Una de las figuras más importantes del drag en la CDMX, quien además de ser encargada de prender la fiesta en bares de la escena LGBT, hace música.
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¿Quién es Paris? Una de las figuras más importantes del drag en la CDMX, quien además de ser encargada de prender la fiesta en bares de la escena LGBT, hace música.

Recientemente empezó la quinta temporada de este show que tiene una gran diferencia con el de Ru Paul: no lo vas a encontrar en línea; para vivir la experiencia, tienes que estar ahí.

 Cada jueves, el Teatro Garibaldi es sede de una competencia donde las reinas del drag muestran sus talentos.

Las y los competidores se enfrentan a retos muy distintos que ponen a prueba su talento como intérpretes.

 Pero no sólo eso, también exponen sus capacidades para maquillar, crear vestuarios, cantar, bailar y hasta pintar, mientras un grupo de expertas las evalúa.

 
Pero no sólo eso, también exponen sus capacidades para maquillar, crear vestuarios, cantar, bailar y hasta pintar, mientras un grupo de expertas las evalúa.

A lo largo de los años, algunas de las pruebas han sido: interpretar a su cantante favorita.

 Solas o acompañadas por amig@s que les ayuden a mejorar su show.

 
Solas o acompañadas por amig@s que les ayuden a mejorar su show.

Representar a la diosa que más les inspire.Bien pueden interpretar a una diosa griega o a una diosa maya, lo que importa es la pasión que le ponen al espectáculo y al vestuario completo.

 
Bien pueden interpretar a una diosa griega o a una diosa maya, lo que importa es la pasión que le ponen al espectáculo y al vestuario completo.

Incluso, envejecer con ayuda del maquillaje. 

 Demostrando que esta carrera no es una competencia por 'verse bonitas', sino una oportunidad de mostrar su capacidad para transformarse.

 
Demostrando que esta carrera no es una competencia por "verse bonitas", sino una oportunidad de mostrar su capacidad para transformarse.

Este año, son trece artistas quienes compiten por el título y sus personalidades son todas distintas. 

 Drag queens que no le temen a incomodar con lo que se considera grotesco.

 
Drag queens que no le temen a incomodar con lo que se considera grotesco.

Bailarinas que saben que su cuerpo es su mejor herramienta.

Y que desde el día uno no dudaron en dejar claro que el escenario es suyo.

 
Y que desde el día uno no dudaron en dejar claro que el escenario es suyo.

Otras que saben que su talento para confeccionar vestuarios las puede llevar muy lejos. 

 Pero que también saben que La Carrera Drag de la CDMX busca a alguien que reúna varios tipos de talentos.

Facebook: LacarreradragdelaCDMX

Pero que también saben que La Carrera Drag de la CDMX busca a alguien que reúna varios tipos de talentos.

Reinas con estética más clásica y con mucha experiencia en actuación. 

 Quienes, seguramente, van a sorprender cuando se trate de crear papeles teatrales. Facebook: LacarreradragdelaCMX

Quienes, seguramente, van a sorprender cuando se trate de crear papeles teatrales.

Personajes complejos que están llevando el drag mexicano a otro nivel. 

 Artistas que se han alejado de los clichés para crear su propia estética. Facebook: LacarreradragdelaCDMX

Artistas que se han alejado de los clichés para crear su propia estética.

Incluso, mujeres biológicas que se hiperfeminizan para defender su lugar en esta competencia.

Y que demuestran que cualquiera (sin importar su género o sexo) puede ser una reina del transformismo. Facebook: LacarreraragdelaCDMX

Y que demuestran que cualquiera (sin importar su género o sexo) puede ser una reina del transformismo.

En este video puedes conocer a todas las competidoras de esta carrera que celebra la inclusión y el arte del drag.

Si quieres ver el show en vivo, ve a Teatro Garibaldi todos los jueves a las 8:00 PM.