miércoles, 6 de abril de 2016

Lágrimas de rímel



Hasta llorar de verdadero dolor y rabia es femenino para mí.

Si me tarde mucho para escribir de sexo, me tardé aún más para escribir de tristezas; el primero por no querer perpetuar el estigma de ser ninfómanas insaciables y el segundo por no romper esta delicada burbuja que contiene mi alma femenina.

Pero si voy a desnudar quien soy ante quien me lee, es bueno también que reconozca las cicatrices que han dejado los sinsabores de mi lucha por ser yo, y las marcas que en mis hermanas quedaron luego de nuestras tristes noches de lluvia.

No todo el mundo es de rosa ni todos los cuentos acaban en beso, en la vida nos hemos encontrado una y mil veces con gente y situaciones que queriendo o sin querer nos han robado la sonrisa; engaños, traiciones, amenazas y heridas del alma que son más dolorosas que las de la piel.

Hemos perdido seres amados por nuestro deseo de revelar quienes somos, acabado relaciones y perdido amores, se nos ha llamado todo nombre horrible bajo el sol por no tener opción más que ser quienes estamos destinadas a ser, muchas han sido golpeadas y hasta hemos visto sus vidas acabar por odio y estrechez de mente, muchas han perdido su sonrisa a manos de alguien cuya definición de macho y hembra es tan tosca y absurda como sus manos que hacen daño.

Pero no hay golpe que el maquillaje no cubra, ni tristeza que el ser una misma no valga, hemos aprendido a levantarnos, arreglarnos el vestido, ensayar la sonrisa frente al espejo y caminar coquetamente hasta el nuevo día, esperando y deseando siempre un poco más de libertad.

Recuerdo en una novela brasileña, un personaje transgénero daba sus primeras clases de femineidad a una niña pobre del barrio, todo un poema de aceptación y lucha de una misma cuando le decía, “una dama aprende a ver el mundo, siempre desde encima de sus tacones, no importa lo que pase, siempre encima de sus tacones”. Desde aquel momento tomé esa enseñanza como ley de vida, aquello significaba para mí, que una dama siempre lo es no importa cómo te trate el mundo, y sin importar cuánto te hieran nadie podrá quitarte lo que eres.

Es que la femineidad es tan poderosa, tan hermosa, tan nuestra que como decía la agrado de Almodóvar, “una es más autentica, cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma”.

Cuando las lágrimas son de rímel, hasta llorar de verdadero dolor y rabia es femenino.




-Contacto:
sharom_lover@yahoo.com

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