jueves, 29 de diciembre de 2011

El travestismo en la cultura

El deseo de algunos hombres de vestir las bonitas y delicadas prendas de las mujeres no es un problema de nuestra época, ni nuestra cultura. Es un fenómeno que se ha presentado desde la antigüedad hasta el presente y ha tenido adeptos en todas las culturas y formas de vida. En numerosas sociedades primitivas, el varón que decide abandonar su papel masculino para vivir su vida de una manera femenina era considerado como una persona sabia y de extraordinarios poderes
En muchas sociedades los travestis son considerados como seres no definidos y, por tanto, anormales, y son repudiados al ser una amenaza para los esquema de clasificación; sin embargo, en ciertos países el travestismo parece ser mas aceptado.
También el travestismo puede tener funciones rituales: en muchas festividades y celebraciones el mundo se presenta al revés; entonces se pueden ver que los hombres se visten de mujeres. Tal es el caso del carnaval de Río o, en el Ecuador, en el caso de la fiesta de la "Mama negra", en Latacunga.
En Japón, los célebres actores del teatro Kabuki que se especializan en la representación de los personajes femeninos, son entrenados desde pequeños, y con frecuencia, viven como mujeres para conservar la sensibilidad que exige su actuación y los japoneses lo consideran perfectamente normal.
Entre los indígenas norteamericanos Crow, el antropólogo norteamericano Lowie, reportó en 1937 la existencia de los Berdaches, personas que pertenecían a un tercer sexo, pues eran genéticamente hombres que dejaban de efectuar actividades masculinas como cazar, luchar en guerras y asumían un papel más bien ambiguo. Se vestían y hablaban como mujeres, hacían crecer su cabello como mujeres y se dedicaban a la cocina y a la costura. Algunas actividades rituales se las dejaba solo para ellos. Los berdaches eran shamanes poderosos; algunos de ellos tomaban a ciertos hombres como esposos y eran altamente respetados en su comunidad. En esta misma comunidad, algunas mujeres pasaban a constituir un cuarto sexo, se convertían en shamanes poderosas y adquirían esposas.
Quizás uno de los ejemplos más dramáticos de la manera en la cual la definición de lo que constituye el género de una persona es de tipo social-cultural está dada por los Nandi de Kenia. En este grupo de pastores africanos los hombres dominan la sociedad y la economía, y el ganado y la tierra son la principal fuente de riqueza. Los Nandi son guerreros famosos y se enfrentan constantemente entre sí; los hombres más respetados tienen muchas propiedades, y varias mujeres. En contraste con la importancia y poder de los hombres, los derechos de propiedad son muy limitados entre las mujeres Nandi, y la mayor parte de los animales son de los hombres que los reciben de su padre como herencia o como regalos. Cuando las mujeres se casan, se incorporan a la familia de su marido y su identidad pasa a ser la de esta familia; sus hijos tienen únicamente la identidad y la propiedad que procede de esta familia. Cuando una mujer deja a su marido, o el marido la devuelve a su familia por cualquier razón, muchas veces debido a que no puede tener hijos, ella no tiene ningún derecho sobre los animales que ella cuidaba, pues estos son de sus hijos, pero están a cargo de la mujer hasta cuando los hijos crezcan.
Dada la manera en la cual está organizada esta sociedad, una mujer que no tiene marido tendrá problemas al no poder conseguir un estatus social y no podrá obtener ningún tipo de propiedad. Entre los Nandi se ha desarrollado una institución que permite a la mujer que no ha logrado sobrevivir, mantener una posición respetable en la sociedad; estas mujeres se convierten en "hombres". Esto no quiere decir que ellas se hagan una operación y cambien de sexo, ni que se vuelvan lesbianas, ni siquiera que cambien todos los aspectos de sus vidas diarias. Las mujeres-marido dejan de hacer muchas de las actividades que realizan las mujeres del grupo y, como los hombres, ellas tienen el derecho de asistir y hablar en reuniones públicas. Aunque se pueden casar con mujeres, no tienen relaciones sexuales ni con hombres ni con mujeres. Sin embargo, sus esposas pueden tener amantes, y los hijos de estas serán considerados como parte del clan de la mujer-marido.

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