Morir como un hombre en el cuerpo de una mujer

Por: Giuseppe Caputo Especial para EL TIEMPO Nueva York. | 11:14 p.m. | 10 de Diciembre del 2010

La cinta dirigida por Joao Pedro Rodrigues ha sido elogiada en los más grandes festivales del mundo.

Foto: AFP

La cinta ganó el Premio María al mejor largometraje internacional del II Festival de Cine de Cali.

"Viví como mujer; ahora, quiero morir como un hombre. Ser sepultado como Dios me trajo al mundo", dice Tonia, la protagonista de la más reciente película del director de cine portugués Joao Pedro Rodrigues, también creador de las celebradas El fantasma (2000) y Odette (2005).

Tonia encarna el dolor de ser libre y poder elegir: "En moldes prefabricados no sé cómo crearme a mí mismo". A lo largo del filme se debate entre la fantasía de someterse a una operación de cambio de sexo y sus creencias religiosas, entre el cuerpo con el que nació (y quiere morir) y el cuerpo con el que ha vivido y quiso tener, entre la búsqueda de la identidad y la idea de que detrás de las apariencias se puede ser realmente libre, entre el espectáculo, las bambalinas y la decadencia, la enfermedad y la certeza de su muerte, entre la angustia por su compañero Rosario, a quien ama como hijo y como amante y la zozobra de su hijo Zé Maria, quien no acepta su homosexualidad. "Soy tu padre", le dice Tonia. "Ven donde tu madre". 

Rodrigues crea en la película una especie de bosque mágico, un lugar donde todas las travestis pueden ser felices. El llamado "provocador cinematográfico de Portugal" piensa, sin embargo, que un espacio similar a este bosque en el mundo real no puede existir.

"Lamentablemente, pienso que no: ese lugar es un espacio utópico (tampoco creo que sea perfecto). En mis películas siempre trato de no juzgar a los personajes ni los personajes ni las situaciones pretenden ser ejemplares. No busco decir que los travestis o transexuales tienen que ser de ésta u otra manera. La película es ficción y los personajes son ficticios, pero creo que es importante que cada uno trate de encontrar espacios como este bosque mágico, incluso aunque estén dentro de uno mismo".

Morir como un hombre, considerado por el Village Voice de Nueva York como "un largometraje fabulosamente triste y profundo" y "un ejemplo de cine lírico, lúdico e impredecible", subvierte todo lo que puede esperarse de una historia que tiene el transformismo, la muerte, el amor y la libertad como ejes centrales de la trama: es un filme sobre el espectáculo que no es espectacular, un musical estático, una película de guerra sin combates en los campos de batalla. 

"Me interesa trabajar sobre los géneros clásicos del cine: me pregunto cómo hacer hoy un melodrama, un musical o una película de guerra. Luego, me pregunto cuál es mi visión personal del género y traduzco esa visión en una película", explica Rodrigues. 
"Ahora, no creo que mis películas sean provocativas. Sólo trato de ser honesto desde los puntos de vista personal y artístico". 

Al hablar de Tonia, Rodrigues confiesa que el travestismo siempre fue un universo que le atrajo, pero del que se sentía distante. "La idea de hacer esta película surgió a partir del final de mi cinta anterior (Odette), en la que hay una figuración de un género flotante", explica. 

EL TIEMPO habló con él: 

Podemos entender la frase 'Morir como un hombre' de varias maneras: como que Tonia ha vivido durante 20 años 'matando' al hombre que fue para volverse una mujer, y como que Tonia quiere morir 'matando' a la mujer que es para irse del mundo como Dios la trajo. ¿Siempre supo que éste sería 
el título de su tercer largometraje? 
Sí, casi desde el principio. Pero también estaba la intención de hacer un juego con las películas de guerra. Morir como un hombre es una expresión bélica. La idea entonces es que el espectador que ve la película se sorprenda al no encontrarse de primeras con la historia de un transexual sino con la muerte en el contexto de una guerra. Esa muerte le da título a la película. Zé Maria tiene un ataque de pánico, que tiene que ver con ser un personaje que no puede aceptar su homosexualidad: quizá culpa al padre, que en este caso es 'madre'.

¿Cree que en la oscuridad, en los grandes conflictos internos, están las grandes historias?, ¿puede haber una buena obra con personajes no conflictuados?
Incluso en una comedia hay conflictos, hay conflictos micro y macro. Mis películas nunca son sobre generalidades: son ficciones de personajes inventados.

¿Estaría de acuerdo en que el cine que usted hace es 'cine del cuerpo'? 
Creo que en mis películas hay una reflexión sobre cómo filmar el cuerpo; es algo que me interesa. ¿Hay algo más bello que un cuerpo humano?

Sus películas muestran una realidad tranquila, cotidiana y, de repente, nos sacuden. ¿Por qué?, ¿cree que la realidad, la vida, es inevitablemente drástica y dramática?
El cine no es la vida.

Como creador de este personaje, ¿por qué cree que, después de años intentando convencer a los demás de que es una mujer, ella no termina de convencerse de eso? ¿Son sus creencias religiosas las que la limitan?
Pienso que sí. El final de la película, cuando Toni quiere ser enterrado vistiendo un traje de hombre, estuvo inspirado en una historia real, que me parece muy convincente.

Sus películas carecen de discurso 'gay'. ¿Qué opinión le merece el proselitismo 'gay' en las películas o en la literatura?, ¿está el arte para eso?
Hago películas, cine. No hago retórica.

¿Cómo le sienta el galardón del Festival de Cine de Cali por mejor largometraje?
Fue una gran sorpresa: es un festival con un cartel muy interesante, hecho que me dejó aún más feliz. Los premios internacionales son siempre importantes, reflejan el reconocimiento que tienen mis películas en lugares muy diferentes del mundo. Espero que estos reconocimientos me permitan encontrar financiación para las nuevas películas que pretendo hacer.

¿Qué proyectos se avecinan?
Dos largometrajes: La última vez que vi a Macao (con João Rui Guerra da Mata), El ornitólogo y un cortometraje: Mañana de san Antonio.

http://www.eltiempo.com/entretenimiento/cine/pelicula-de-joao-pedro-rodrigues-que-habla-sobre-el-travestismo-_8571640-4